viernes, 26 de mayo de 2017

Ser feliz por ti

Aquella mañana me desperté a las cinco de la mañana para ver amanecer desde aquel lugar donde habíamos pasado el fin de semana. Habíamos alquilado una cabaña en un parque natural con unas vistas maravillosas hacia el valle. Me puse la chaqueta, ya que aunque era verano hacía mucho frío por la mañana, y más estando a más de 3000 metros de altitud. El olor a hierba mojada por el rocío me preparaba para inspirar los primeros rayos de sol, cuando este apareciera por entre las siluetas de las montañas de enfrente. Me senté en un banco de madera y reflexioné mientras esperaba que se hiciera de día. Los porqués de todo, el destino de la vida, el deseo de volver atrás, y sobre todo, la impotencia del presente.

Los verdaderos monstruos no lo parecen desde el exterior.

Y me sentía estúpido, la peor persona del mundo, por estar en ese estado de apatía, de desgana y de infelicidad, mientras sucedían dos dualidades opuestas: no estaba aprovechando la belleza de aquel momento, el sol ya calentaba mi cuerpo y la naturaleza empezaba a agitarse como si estuviera llegando a un punto de ebullición. El mundo era bello. Muy hermoso. Me imaginaba al sol recorriendo toda la tierra e iluminando cada rincón del planeta. Todas las gentes, animales, paisajes que vería desde allá arriba.

Y por otro lado más egoísta, pensaba que no merecía estar así porque había personas mucho peor que yo. Peor no, a las que en realidad había pasado algo grave. Yo no tenía motivos para estar así. Ya no.

-        ¿Por qué, con todo lo que tengo, no soy feliz?

Me abrumaba esa pregunta. Me dolía. Y comprobaba que mucha gente cercana a mí se encontraba igual que yo. Momentos puntuales de alegría, infelicidad de norma. La sociedad había decaído hacia un nunca es suficiente, hacia un podía ser mejor, hacia un merezco más, hacia… la locura. Siempre se piensa en el presente, nunca en el futuro. Pero nunca se disfruta el presente, siempre se persigue el futuro. Vivimos en otra dimensión. La esfera del pensamiento ha quitado el valor a las cosas.

Estábamos rodeados del silencio, de la niebla, de los pensamientos, de la oscuridad, cuando mis sueños crujieron. Le relaté todo esto a la persona que más quería el mundo, y le expuse mi problema.

-        - Eso es normal. Yo muchas veces también pienso que no soy feliz.

Nunca me imaginé aquella respuesta. No quería haberla escuchado. Yo quería ser la excepción. Yo quería creer que yo tenía un problema y que era algo aislado. Me entristeció ver que lo que yo sentía lo podía sentir aquella persona que me refugiaba siempre.
"¿Por qué?" Pensaba yo. "¿Pero por qué? Si lo tienes todo, si eres la mejor persona del mundo. No te mereces eso, quítatelo de la cabeza. Por favor, no quiero pensar que estás así".
Y yo mismo me di cuenta de que eso era lo que podía pensar de mí. Los seres humanos somos estúpidos. Pero los misterios se los dejaré a la Luna, que para eso sale cada mes a flirtrear y luego desaparece.

¿Cómo había estado tan ciego este tiempo? ¿Por qué nadie me lo había dicho? ¡Qué estúpido y malo soy!

Pero es que tal vez, no habían llegado a la conclusión que llegué yo. A mí, yo no me importaba tanto como ver que yo podía estar afectando a la felicidad de alguien. Pensé en cómo sería el mundo si nos propusiéramos ser felices para que las personas a las que más queremos se contagien y sean felices también. Para mí fue como descubrir un secreto.

Así que me propuse ser feliz por ti. Para que veas que SOY MUY FELIZ y que tú debes serlo también. Que lo que venga, que aquí voy a estar FELIZ para que tú me veas FELIZ y tú sientas que debes ser FELIZ. Porque así lo voy a ser yo más aún.

Este bucle que no tiene fin. Empieza ya, porque yo ya lo estoy.

Sigue tocando el piano
Mientras que me enamoro de tus callos
De tu nariz tan fea
De tu calva
Sigue tocando porque eres lo mejor que me ha podido pasar
Porque sé que eres mi red, mi hogar
Porque sé que eres feliz

Y yo feliz por ti

martes, 28 de febrero de 2017

Como al otoño te entiendo

Pensaba que no era suficiente. Pensaba que era demasiado
Y buscó un plan donde ir. Se inventó una excusa para no ir
Observaba al otoño y lograba escucharlo. Hibernaba su corazón
“Comprenderlo”. Dictaminó el juez
Que era inevitable perder. Sí, era inevitable perder
Desprovisto de ropa interior. Cubierto hasta arriba,
Saltó con la única compañía de su coche. Ya hecho el amor con palabras esa noche,
Y empezó a recorrer kilómetros… Se asfixiaba y no llegaba a respirar
Para dejar atrás una derrota.  Por bucear en su lamento
Para huir hacia la necesidad.   Para eludir responsabilidad
Nada más poner un pie en aquella ciudad.    Se sintió culpable de no echar de menos,
Encontró compañía.       Aunque necesitaba soledad
“Qué coño hacía allí esa belleza”.          “Qué coño hago con mi vida”
Y agradeció a su deidad.     Mientras maldijo su existencia
Ser la atención, ser importante.     Lloró por no poder besarle y amarle
En cierto modo, fue la única estrella.         Porque no estaría ahí cuando llegara a casa
Después de correr desnudo.                De sentirse perdido y sin rumbo
En una noche oscura, sin luna.                                             Ladrón de luces
Solo sin nadie.                                                             “Pronto no me echarás de menos”
Él solo corriendo y aunque se dormía…                                             Necesito correr solo
seguía pisándole para huir a casa.                                               Antes de seguir…
Y estar a salvo.                                                                         No es justo
Creyendo que nada malo cruzará su puerta.              Olvídame antes de que sea demasiado tarde
Aunque fuera inevitable perder.                                      Aunque sea inevitable verte perder
De imaginarse abrazado por sus manos.                                  Rompiéndolo con sus palabras,
En caída como el otoño.                                                                            Juzgando la primavera
Sin creer en mí.                                                                                                      Sin creer en mí.

miércoles, 1 de febrero de 2017

El viento siempre de frente

El viento siempre de frente
Y siempre el rastro detrás.
Velero solitario en un mar paradisíaco,
cargado de historias,
cargado de tesoros,
y sin puerto al que llegar.

Solo rastro, solo camino, solo viento que vencer.

Y tienes el poder
de ver cómo se hunde
lo ves cómo se hunde
observabas cómo
mirabas cómo
delante tuya, joder.
Y yo iba en él.

Segunda navegación
donde la voz mudé
para no perecer a tu pasividad
donde enmudeció mi piel.

Y el rastro continuó,
rompiendo huellas en el mar.
Por donde pasó,
ya nada fue igual.

Fui demasiado lejos
Al rezar sobre mis rodillas.
El viento siempre de frente,
y sin desembarcar.

martes, 20 de septiembre de 2016

Aridez

Aridez en la belleza
Todas las tierras parece que se han vuelto más blancas, más desprotegidas, más desnudas al aire. Aquella Perséfone ha sido raptada -o asesinada- porque no vuelve aunque se la invoque. Los zahoríes danzan y claman por la lluvia pero los cultivos no crecen, y lo que es peor, la gente emigra.

Aridez en el amor
La gente emigra y el pueblo se vacía de recuerdos. Envejece tanto que la proporcionalidad se rompe. El pueblo no convence a otros, pero es que los nuevos que llegan -gente errante, de otra cultura, de otra vida- no convencen al pueblo, que sigue empeñado en que algún día todo vuelva a ser como antes. Pero nada es como antes. En todo caso, parecido -mejor o peor- pero no igual.


Y te vi, con esa aridez en la mirada, de quien solo ha contemplado desierto -desierto de calor, desierto de arena, desierto frío, desierto solitario, un desierto desierto... porque tus ojos estaban imbatibles, firmes y decididos a no escuchar, aunque como si de un oasis vítreo se tratara, escondían lágrimas que pude intuir, porque hacía años que las había provocado yo.
Y supe que no querrías, y que querías contribuir a mi (creciente) aridez.

La aridez llega al bolígrafo, que no acierta a escribir, porque está preocupado por su supervivencia.
Y porque estoy enganchado.
La gente del desierto es la de mejor corazón y lo sé de primera mano.
No puedo esperar a esta noche...

sábado, 9 de julio de 2016

La derrota (Misunderstandings)

Por qué te dejas atrapar
Por qué les crees
Quieren que pienses que NO
pero sabes que SÍ
porque te he contestado SÍ muchas veces:
cada vez que te miraba
cada vez que te cogía
cada vez que te decía que no te fueras
que echaría de menos el sabor de tus besos
Todas esas veces te dije SÍ
Así que no caigas en la derrota de pensar un NO
No temas
No preguntes
No creas
Todo lo que digo, porque es demagogia.

La poesía es demagogia.
Todo es falso, son cosas sacadas de contexto que sólo buscan emocionar y engañar.
No creo en la poesía.
No creo que lo que versas sea verdad.
Acaso no crees que muero por ti,
que mis huesos cuestan levantar si sé que no piensas en mí,
que mis puños sangran de arrepentirse dejarte ir,
que mi voz tiembla cuando te veo aparecer,
que mis latidos se precipitan al vacío si tú me ignoras,
que mis últimos cinco minutos del día son para ti
Y mis cinco primeros.
Acaso no crees que no escribo esto por ti.
Si lees todo esto,
y al final del día no tengo una llamada,
no creas que me daré por vencido:
creeré que no lo has leído,
porque no se me ocurre mejor cosa que decirte
que eres mi inspiración
y que eres tú el autor de todo esto.
¿Acaso no te crees...?

sábado, 14 de mayo de 2016

Seis. Hay seis. SEIS.

Una vez una persona muy especial para mí me invitó a dar un paseo por la montaña y me contó una historia.

“Hay seis vientos del bosque según los estonios, un pueblo que venera a los árboles. Esta comunidad considera a los arboles como lo más sagrado, se reúnen en fechas señaladas para ofrecerles sus almas. Son los que perviven cientos de años. Son los que dan vida y los que impregnan al viento de pureza. Por ello, no sólo los miran y los sienten en sus ojos, sino que sus ramas mecidas por el viento las sienten en sus oídos, en su estómago, en su corazón. Cuentan que cada viento que te toca, te pone de un estado de ánimo. Yo he visto a una persona vagar por el bosque sin rumbo más aparente que morar en cada recoveco para absorber aire.

Seis
Hay seis
Seis

He recorrido cientos de bosques y he experimentado muchas sensaciones. Algunas puras, otras mezcladas de varios vientos. Al fin, me he dado cuenta de que esas sensaciones se repiten, no importa donde estés ni con quien vayas. Me gustaría contarte que he descubierto alguna nueva, pero todas las sensaciones me recuerdan a aquellas que ya he vivido y tocado. Se ve que el ser humano es limitado y no puede albergar más de unas cuantas. Todo suena a algo.
Después de tantas aventuras, he logrado escuchar al viento, quedándome en silencio para poder oír su nombre, comprender su historia, e intentar adivinar a donde se dirige y cuál es su propósito en la atmósfera.
De este modo conocí a Wiii, el viento de la alegría, de la velocidad, del éxtasis, que provoca que apretemos los ojos, que abramos la boca, que riamos, que nos lo traguemos, que tosamos… Lo conocí cuando me monté por primera vez en el coche de un desconocido, una noche de fiesta y me paseó por toda la ciudad mientras yo iba bebido. Sentía que eso era la juventud, que se trataba de hacer locuras y pasarlo bien. Disfruté mucho.“

(Levantó los brazos y sacó un dedo. Uno.)

-¿Por qué haces ese gesto?-le pregunté.
-Porque ya he sentido ese viento. Lo conozco, y es mi saludo hacia él.

“Otra noche me encontré con Hmmm, un viento que me tocó y me hizo estar reflexivo, meditativo. Sentí culpa por no ser como debería ser, por no haber actuado como debía haberlo hecho. Hmmm me dijo que debía rectificar, que podría arreglarlo todo. En cierto modo, fue un viento que me hizo sentir mal, pero también esperanzado.”

(Volvió a levantar los brazos y sacó dos dedos. Dos.)


“Awww ha sido el mejor viento que recuerdo. No es que lo haya encontrado muchas veces, pero cuando lo he sentido golpeándome en la cara y volando mis pelos lo he reconocido al instante: eres tú, Awww. Es un viento que si bien puede ser breve, me proporcionaba mucho placer. Placer de sentirse bien, a gusto. Cómodo. Es un viento que te acaricia, del que se te mete por el cuello de la camisa cuando hace mucho calor.

(levanta los brazos y saca tres dedos. Tres.)


El que no me gusta nada es Brrrr, cuando hace este viento me enerva y me enfada. Me hace pensar que todo es una mierda y que debo huir, pero el viento es más rápido que yo y me alcanza, no me deja en paz. Así que lo odio.

(Levanta los brazos y saca cuatro dedos. Cuatro.)


Y luego está Sniff, un viento que es muy sensible y me cuenta sus penas. A veces me gusta escucharlo y me hace sentir bien, y otras veces me acompaña más tiempo del que me gustaría. Es un viento raro, porque mi cabeza quiere cambiarse de sitio pero mi cuerpo sigue estando ahí recibiéndolo.

(Levanta los brazos y saca cinco dedos. Cinco.)


Y esos son los vientos de los estonios. Trata de buscarlos y sentirlos… En la combinación de todos está la vida.”

-¿No eran seis? Seis. Hay seis vientos. ¡Dijiste que había seis!
Miró hacia otro lado, se había dado cuenta. Y tuvo que responder.
-Es que el otro no lo conozco. Sólo sé que dicen que… que es el que toda la gente quiere sentir, y por eso algunos se quedan atrapados en el bosque. Dicen que es un viento que pica en los ojos, es un viento que te abraza hacia adelante en tu camino, es un viento que no te abandona, te acompaña y te levanta la barbilla. Y no tiene nombre, no hay fonemas para expresarlo.

En ese momento, me quedé mirándolo, a él y al paisaje en el que estábamos, ensimismado, sin saber qué decir porque creo que sabía a qué se refería. Y me encontraba realmente emocionado.

Y justo en aquel momento, sacó sus brazos hacia mí, y sacó seis dedos.




_______





Qué bonito hubiera sido que hubiera sucedido así. Porque en realidad, el seis era nuestro gesto secreto para decirnos Te quiero. Y cuando decidiste no ser el viento que debía seguirme, fue cuando empecé a escuchar a los vientos, y cuando empecé a recorrer bosques y a conocer a Sniff, a Hmmm, a Brrr, a Awww y a Wiii. Y parece que no hay más nuevo, porque siempre te repites. Y terminé viniéndome a Estonia, y aquí estoy, viéndome desde lo alto, porque mi cuerpo yace en el recoveco del bosque, y mi corazón en las alturas.

Y entonces, volví a sacar los seis dedos.

Seis.

miércoles, 30 de marzo de 2016

Sol de medianoche

Antes de que pierda la cabeza,
Dime a dónde tengo que ir.
Si habrá alguien, o sangre.
De una manera o de otra,
necesito estar cerca tuya.
Aunque sólo te vea por las noches,
Cuando el sol se va
y el brillo a mis ojos viene.
Y un día estaré contigo
-para estar contigo-
-un día que sea de día-
pero con tu luz.
De una manera o de otra,
con tu sol de medianoche.

viernes, 15 de enero de 2016

Los días que estoy sin mí

Hay días que hace frío (y lo detesto), así que me cabreo. Además, la pago contigo porque deberías cuidarme más y hacer que no me sintiera tan helado.
Hay algunos días que hace aún más frío, en los que voy más lento y me da tiempo a pensar por qué el chaquetón se me queda grande, si estaré adelgazando, o si me falta algo, o si es que está roto por algún lado porque el viento se escurre y me golpea.
Hay días en los que estoy sin ti y pienso que en vez de un chaquetón me hacen falta dos para suplir tu calor. Y como estoy solo, hablo conmigo mismo y me convenzo de que no debo ser tan exigente contigo, que debo estar más al margen.
-Todo eso pasa-me digo, mientras gano una batalla contra mi ego, y cada vez me hago más superviviente al necesitar menos.
Al fin y al cabo, siempre acepto... ¿qué mas da? Tengo la conciencia tranquila.
O no. A veces no. A veces creo que si algo va mal es por mí, porque no te he sabido escuchar, porque he sido egoísta, porque quería que me regalases algo a cambio de lo que yo te regalé (MAL: olvidé que no hay que esperar nada), o porque quería que tú me dijeses un Buenas noches cuando yo no podía hacerlo. Y siento que he actuado mal, que es mi culpa que estés así. No he sido lo bastante bueno. "Yo no me importo, soy fuerte y un superviviente", le digo al puto viento que se me cuela entre los calcetines.
Así que emprendo mi regreso a ti, te cedo mi chaquetón (los aventureros aguantan el frío), mientras de mi voz salen palabras como Perdóname por no haberte escuchado.
Hasta que la otra noche casi nos atropella un coche que seguramente iba bebido. Íbamos juntos y me soltaste de la mano para salvarte. Y pensé en tiempo atrás, lo que había hecho otra persona en una situación similar: íbamos separados, pero su reacción fue agarrarme la mano. Me acuerdo de pensar... "¿Por qué?", y oír como respuesta un "no sé, me ha salido".
Y el susto hizo despertar mi corazón, al ver que no somos tan fuertes como creemos, al ver que los supervivientes también mueren, y al ver cómo me había abandonado esos días.
Me di cuenta de que los días que paso contigo son los días que estoy sin mí.

miércoles, 6 de enero de 2016

La soledad de las cumbres

El cielo se llena de estelas vaporosas, de caminos translúcidos que se aproximan al cielo, que me acercan a ti y que me alejan de ti: me expando y te observo, me evaporo y te condenso en mis ojos.

Los más altos testigos no dejan indiferente a nadie, son los guardianes de la frontera, los mausoleos de las palabras.

Los podios no entienden del paso del tiempo: por mucho que su superficie se exponga a vientos inimaginables, los elegidos se vanaglorian de serlo, y honran con aquellas palabras a aquel dios que los puso donde están, y preguntan con aquellas gotas a aquel dios que los alejó en la altitud.

Descienden arterias dulces que transportan efluvios de chamanismo hasta poblados vírgenes, creyentes de lo inmediato e invisible.


- ¡No rías tanto! -decía Vata'a, el abuelo que todavía se mantenía con un cuerpo relativamente joven y robusto, a cada nieto, que jadeaban como perros las gracias de los apuestos arribados.

En efecto, los niños se volvían locos con la llegada de aquellos visitantes que tantas herramientas, historias y regalos traían del otro lado del mar. Su intención -lejos de resultar agresivamente conquistadora-, se volcaba hacia la incorporación pacífica: buscaban atraer y mostrar los beneficios de la anexión.
Su estrategia era sabia -y aún más valiente- ya que un enemigo deja de serlo si nos necesita, pero se afianza como tal si se guerrea contra él.
De esta manera, los niños de aquellos territorios estaban tan asombrados por lo magnífico que les era ofrecido que no dejaban de sonreír, de reír, o como decían sus abuelos, de jadear como perro detrás de un amo.

Trataban de preservar su identidad, lo que hacía posible su decisión y autonomía. Les decían a los niños:
- Reíd, sonreíd... pero no demasiado. Libera tus energías, achina los ojos y que penetra el alma de la naturaleza, pero no jadees como perro, no tengas siempre la boca abierta porque te entrarán malos espíritus, y no achines siempre los ojos porque perderás de vista tu camino.

Y quizás Vata'a era un viejo hombre que pasó la mayor parte de su vida serio, sin reír, pero cuando lo hacía, era su alma la que se partía en mil pedazos de felicidad.


La historia de las colonizaciones -tanto en su vertiente histórica como en su vertiente personal- la conocemos todos muy bien. No hace falta explicar que una atención novedosa embauca, y más si viene disfrazada de una fraternidad efímera.

Todo el mundo creía que había crecido bajo los pensamientos de las montañas, y sus preceptos parecían impregnar cada respuesta concebida y procesada, pero hacía mucho tiempo que dejaron de sentirlas, que tenían los ojos tan achinados que no veían más que los dos metros borrosos que los rodeaban, y que su boca estaba tan abierta que sus palabras no llegaban a serlo, pues carecían de significado.
Bajo el invisible disfraz de un Estoy muy ocupado o Soy muy feliz, al llegar a casa y despojarse de esa fina capa extrahogareña y prosocial, rebatía un vacío que sonaba alto, que recordaba a parajes abruptos.

Pero a pesar de las palabras de Vata'a, nadie parecía querer respirar la soledad de las cumbres. Estaban muy lejos, eran tortuosas, eran frías, eran bellamente difíciles de mostrar su belleza, tenían un lenguaje particular en su más etimológico sentido.

Y mientras que cada cima sireneaba Descúbreme a mí, intentaban no pensar, intentaban no intentar que las alcanzase... me pareció ver (a un océano de distancia) once, o doce, no sé, porque yo no sé si debo contarme entre ellas o no.


domingo, 2 de agosto de 2015

O.N.L.Y. (One Night Loving You)

Desde aquí en lo alto,
desde este escalón a ras del suelo,
os veo correr, os veo chocar, os veo guerrear.
Del portal de tu casa, al puente donde se pararán los algodones
para que se vean reflejados tus pensamientos sobre el allegro del tiempo,
te veo seguir inconscientemente decidido a un estuario de palabras ávidas, marqueadas y despreocupadas.
Te veo desde aquí en lo infraalto
porque respiro pareado
porque me di cuenta de que siempre te miro pero no te vi
quizás hasta hoy.
Y vi que eres efímero para el mundo, como todos esos que corren, chocan y guerrean.
Te vi y te desperté para un nuevo mundo aunque no te des cuenta.
El triunfo de lo débil y lo mortal frente a la inmundicia perenne e invencible.
Y te escribí, como quien firma su propia sentencia de muerte, porque aquella noche te amé tanto,
que siempre me he sentido sólo después.
Cuando ya no te pude mirar, pero sí ver.
Solamente, desde aquí, donde males mal cuidados hacen más perdedor y menos mortal.

miércoles, 15 de abril de 2015

Un monstruo como yo

Se me arruga la nariz, sólo recuerdo algunas cosas...

Silencio en la cena
Me acuerdo de querer irme a casa (ya había tenido bastante con aquel día tan extraño para mí), de querer quitarme esa ropa pordiosera a modo de disfraz que llevaba puesta (puesta no, amarrada, porque ninguna prenda era de mi talla), de querer comer lo que me apeteciera (sin tener que oír que no tenían de eso, o que tenía que esperar, o simplemente, de que se creyeran que esos platos realmente tenían alguna calidad), así que cené sin ninguna gana, dejando en ti todas las elecciones, los últimos trozos y cuanto quisieras.
Recuerdo el silencio en la cena, que me permitió fijarme en todos tus detalles. Normal. No estabas mal. Sí, eras bonita. Se podría decir que me gustabas. Bueno, quizá eras espectacular. Y extraordinaria. Eras única. (Y así con todo).

En caso de que no sepas
Y así con todo.
Eras única y no podía dejarte escapar. Así que te agarré el culo y tu ambigüedad me sugirió que te presionase para hacerte comprender que no podías rechazar la oferta de dormir en mi palacio.
- ¡¿En tu palacio?!
- Sí. En la habitación de mi palacio.
- ¿Tú eres, digo, perdóneme, usted es de la familia Keszthely?
- El heredero, en efecto.
- Disculpe, no entiendo nada. ¿Pero qué hace usted aquí?
- Probar la vida de la gente normal. Me aburro en el palacio. ¿Te apetece ir? Rápido, que tengo ganas de quitarme esta porquería y este olor. Sin ofender.

Aceptaste y allí te tuve, entrando a escondidas. Alcanzaste a tocar con tus pies descalzos las sábanas de mi cama, al igual que mis dedos alcanzaban tu espalda, cuando te dije "¿Echamos un polvo?".

Prostitución emocional
Y mi éxtasis fue el saber que preferías que te contara una historia, así que, en silencio, te cogí de la mano, limpié tus zapatos, te los puse y salimos a la calle. "Ya sabes mi dirección para algún futuro presente". No era aquello lo que esperabas.
Y así con todo.
Qué buena idea. Y no me importó oler mal, o llevar ropa fea, o rapiñar algo que llevarse a la boca a las una de la madrugada: estaba contigo.
Forzosamente, llega el mañana. Y no sabíamos si había sido un bello sueño o una mala pesadilla.
Pero te veo, al día siguiente. Descubrí que no me importaba disfrazarme todos los días. Empezaba a gustarme aquel tacto, aquel olor, aquellos modales (o falta de ellos), y por tanto, aquel silencio en las cenas, donde (aunque me costaba hacerme al gusto de aquellos "platos") te observaba, y te pedía con la mirada que no cambiaras jamás.

La peligrosidad de los bucles de retroalimentación
Sin ir a más, sin ir a más, hasta que ya no se pueda más, hasta que no exista el bucle. Hasta descubrir que ni siquiera sabías cuál era la residencia de los Keszthely, porque yo no era uno de ellos.

- Escapa de mí. Encuentra el príncipe que creías haber encontrado en mí. Vete. Vive lejos de este monstruo.

Tu cara se aterrorizaba al escuchar estas palabras. Sí, al fin comprendías por qué te llamaban loca, por qué la gente se reía de ti: ese príncipe no existía. Creías haber encontrado un príncipe en un monstruo como yo: mentiroso, ladrón, bandido, un terrorista emocional.

Dirección: mirador de palacio
Lloré. Me rendí. Me habitué. No es aquello lo que esperaba (y así con todo), pero a ti no te podía mentir.
A ti no. Te subía al trono en mis sueños.
Tú conocías mi dirección, pero yo no la tuya. Investigué, corrí por toda la ciudad con los harapos que tanto odiaba, hasta que supe que vivías en un destartalado bloque, con feos toldos verdes, fachadas raídas de desperfectos y una maraña de hilos y demás materiales que era lo más bello que había visto nunca, porque tú estabas ahí dentro.
Con mis estafas, mis extorsiones y mi forma de ganarme la vida, compré un terreno frente a tu edificio. Vendí todos mis bienes y pude construir un bello palacio, con las mejores vistas del mundo. Dejé mi mala vida, y no me quedaba otra que limpiar zapatos, como una vez lo hice contigo.
Y ahora, que llegó el presente, me entretengo intentando adivinar cuál será tu balcón (porque nunca te he visto asomada a ninguno), cuál será tu dirección. Mientras tanto, te esperaré dando vueltas por este palacio, por si vienes, pero si no, no importa, porque seguro que te veré mañana.


(me repetía a mí mismo, para no desistir).

lunes, 16 de febrero de 2015

Perdónome

- ¿Qué hace una chica tan guapa como tú por aquí sola?-te pregunté, porque de verdad estabas sola en aquella barra de bar. Te estaba mirando desde hacía rato y no ibas con nadie. Y si esperabas a alguien, se estaba demorando demasiado. Y nadie se acercaba a ti, aún siendo la más guapa de aquel local.

Vi en tus ojos el miedo, el nerviosismo, el placer que más tarde me darías.

- Me he peleado con mis amigas y aquí estoy, dándome una vuelta.-lo que me demostró que era una chica con carácter.

-"Bien"-pensé-. ¿Te apetece tomar algo? Va, te invito a una cerveza.


Y así fue como más tarde sí, me darías el placer de conocerte más, y de tú conocer cada parte de mi cuerpo, hasta que te agarré y te dije que si íbamos a la farmacia, que no llevaba encima. Pero me dijiste que "mejor mañana", y no tuve más remedio que perdonarte.

Fuiste una chica buena: fuiste mala en la cama. Y empezaste a caerme bien, aunque sabía que eras una niñata.
Nuestros personajes - los polos.
Nuestros cuerpos - la gravedad.

A mí no me gustaban las canciones ñoñas y repelentes que me cantabas "we're all wonderful, wonderful people", ni los rollos que me metías, pero sabía que yo te encantaba. Y tú me mirabas como la cosa más bella. Lo sé, se te notaba en la mirada.
Yo estaba tan encantado con tus regalos, tus detalles y tus planes, aunque he de confesar que me daba cierta pereza, a fin de cuentas acabábamos en la cama y era donde mejor lo pasábamos. Pero una vez hice una excepción y te concedí hacer un viaje juntos, total, no tenía nada que hacer y nunca había estado allí.

Recuerdo unas casas de madera con una humedad que sólo invitaba a beber cerveza, y te recuerdo a ti con mi nombre en tus labios, cuando tras muchas cervezas y sexo de por medio (o al revés, mucho sexo y cervezas de por medio), te tatuaste mis iniciales en ese sitio, aquella noche de locura.
Cada inicial en un extremo de tus labios, se rasgaba la comisura y mis iniciales sufrían un orgasmo. Tu mirada pidiendo clemencia.
Fingiendo pedirla.
Porque te encantaba.
Y una vez más, te perdono.

Hasta que empezaste a cambiar. Te veía más fría. Ya se te pasará, yo también tengo mis problemas.

Hasta que un día te vi por la calle con otra persona.
Vi tus ojos chispear como nunca. Como cuando yo te conocí aquella noche. O más.
Estabas nerviosa y tu corazón a mil por hora.
Temblabas y se te entrecortaba la respiración.
Me di cuenta de que te había perdido.


Así que escondí la rosa que iba a entregarte en mano y me fui lejos, alto, y tú por debajo de mí, como si estuvieras dos metros por debajo mía y éste fuera el último adiós. Lanzándotela en vez de entregártela con un beso, que es lo que solía hacer.

Y caí en la cuenta de que creo que era mi mirada la que quería verte enamorada de mí. Creo que era yo quien te pedía clemencia.
Creo que era yo quien llevaba tatuadas tus iniciales en mis labios, y que sólo te los calqué aquella noche para hacerte sentir mía.
Y esta vez, perdónome.

miércoles, 31 de diciembre de 2014

La prehistoria debió ser un lugar muy bello (2015 dixit)

Estaba en una discoteca cantando una canción, cuando caí en la cuenta de que el mensaje debía mandarlo a un buen receptor y no a un conjunto de seres que se comportan como zombies. Así que corté mi sílaba en el NUN y corrí a coger el abrigo, sacar las llaves del coche, arrancar, conducir hasta aquella playa (donde tiempo atrás había reído contigo hasta tal punto que las comisuras de los labios me dolían), me bajé del coche y di un portazo que calló a la quietud de la noche y grité tan fuerte como pude, como un lobo nacido en mi interior:

¡NUNCA!
Tú que me abandonas. Que siempre estás ahí para escucharme y todos los meses te ocultas y me das la espalda.
Maldita seas.
Yo que te necesito, porque te amo, porque te cuido, no me dejes solo.
Puta.
Hija de puta.
No me abandones, por favor.

Pero ella seguía impasible. Inerte. Yerma. Árida. Solitaria. Y me dio pena aquella belleza a la que estaba increpando. Aquella inalcanzable esfera que tendría que soportar a miles de locos como yo durante toda su vida. A quién le contaría ella sus penas, sus miedos y sus ilusiones. Creo que buscaba alguien en el mundo que estuviese callado y la escuchara, que no pidiera nada a cambio. Así que decidí ser yo ése que buscaba, para ver si así no me abandonaba cada mes. Quizá se quedaría conmigo todas las noches, haciéndome compañía, iluminando mi camino, abrazando mi sombra.

- Te sorprendería ver lo que la gente pide. “Que me peinen”, me pidió un señor mayor.
- Creía que eras una estúpida y arrogante. Porque eres muy bella y no es lo normal. Todas las guapas sabéis que lo sois, nos abandonáis y sólo habláis de vosotras.
- Es cierto. Pero todas no somos así. ¿Me perdonas? Me quedaré contigo y te prometo que no me iré.


Las criaturas del bosque rechinaban sus dientes y sus ojos se mofaban de mí. Los maldije, “vosotros que no habéis encontrado el amor”, y giré mi espalda, cuando vi a mi amada menguar.

Amor sin memoria, es la única manera.

Y esas criaturas que sólo comían, cagaban y copulaban se jactaban del pobre joven que la esperaba cada noche, apareciera o no. Que nunca le dijo "GRACIAS", porque eso sonaba a "adiós para siempre".
Con la espalda señalada de dedos que lo apuntaban, llegó a ser viejo, que había olvidado todo hasta que un día acertó a decir:

- Yo quiero que me peines estos tres pelos que me quedan.





Y ahora, como las viejas glorias que quieren pensar que todavía hay esperanza, [aunque las lágrimas caigan en tus labios y aunque tome otro trago (y tosa de todo lo que fumé anoche)],
Basta
Porque te perdonaré.

Compadécete de las personas… a saber de qué se han enamorado.

Si los tiempos pasados suelen ser los mejores... la prehistoria debió ser un lugar muy bello, allí donde no hay recuerdos. Donde nada existe, donde todo está por llegar.



miércoles, 3 de diciembre de 2014

Casi otoño

Era casi otoño
Y apenas vimos que ni el más puro jabón podría borrar todas las huellas
que las hojas empezaban a viajar
que aquel verano frenético se nos escapaba de las manos
y huía como los pájaros de la tormenta.

Estuvimos ahí, al final de la noche
Luchando como si nos fuera la vida en ello
Porque no queríamos dejar escapar aquello tan atractivo
Aquello tan único que nadie había hecho
Que era nuestra creación
Y corrimos, saltando, desnudos, con una sonrisa que no cabía entre las comisuras de los labios.

Pero no supimos que estábamos escribiendo
todos los desperfectos
Hasta que París me apuñaló
y volvió casi primavera.

martes, 28 de octubre de 2014

"Me quiero mucho"

¿Qué pasaría si me enamorara de mí mismo?

Conectado con:

· Atribuir un poder extraordinario a la misma persona
"Todo lo que me propongo lo consigo"
· Atribuir una desesperanza volcada a la sociedad
"No voy a encontrar a nadie como yo"
· Atribuir una cualidad de dependencia y justicia
"Necesito sentirme como hago sentir a los demás"


, escribía un chico en un papel, planteando una hipótesis y dispuesto a experimentarla.


________________________________________

Y así pues, comencé a enamorarme de mí mismo. Llevaba viéndome hace muchos años, toda la vida. Pero nunca había hablado conmigo. Así que un día me lancé, y me dije:
- ¿Qué haces esta tarde?
Y reaccioné lento, como siempre, hasta que acerté a decir:
- Nada, ¿y tú?

Fue un bonito paseo. De esos que no importa por dónde vayas, porque tu mente va descubriendo y conociendo a alguien. Como todos los principios: 50% prometedores e ilusionantes, 50% escepticismo y miedo a que nos hieran otra vez.

- Tranquilo-me dije-. Soy buena gente. No te voy a mentir nunca.
- ...-me quedé pensativo por lo que acababa de decirme-. Me has quitado las palabras de la boca.

Y me acosté pensando en lo sucedido, en que yo era un chico muy parecido a mí.


Tenía miedo que lo bonito del principio se esfumara y diera paso a una rutina de obligaciones, compromisos y desapego. Sin embargo, había algo en mí que encontraba incansable: las ganas por experimentar y vivir.

- No te preocupes. Somos lo suficientemente vivos, inteligentes y curiosos como para llegar al aburrimiento...
- ...siempre descubrirás algo nuevo conmigo -terminé yo la frase que salió de mis labios.

Y así, poco a poco, fui convenciéndome de que yo merecía la pena. Que yo tenía los atributos que siempre había buscado en un chico. Y ese porcentaje antagónico empezó a disiparse, mientras mi corazón empezaba a galopar.
Todos me encontraban más feliz. Yo era más feliz. Estaba deseando tener un rato para hablar conmigo mismo, para contarme historias que me habían contado, para llevarme a un sitio donde tomar fotografías muy chulas. Empecé a verme guapo y me enorgullecía ir a todos los sitios con un chico así. Creo que me estaba enamorando. Porque le veía en el cuarto de baño, en la entrada de casa, en la universidad, en el reflejo de donde fuera, siempre que iba conmigo. Y me sonreías como yo te sonreía, diciéndote con la mirada
Disfruta del día, guapo
Y respiraba de una forma que el aire de mis pulmones se renovaba por completo, al saber que hay alguien ahí al que le importo y que su corazón me desea un buen día; y que yo correspondo repitiéndole las palabras al unísono: como dos almas gemelas.

Claro que también se enfadaba a veces porque quizás no actúo bien siempre, pero siempre lo hacía para que mejorase. Y cuando yo estaba mal, aunque él también estuviese jodido, me ayudaba y me daba cariño. Igual que yo a él: ser fuerte con una sonrisa, y me sentía bien cuando siempre me respondía sonriendo.
Algunas veces yo le dejaba notas por la casa para que cuando llegara del trabajo las encontrara. Me iba de casa con alegría, emocionado por preparar una sorpresa. Y a veces él me dejaba notas por la casa, y cuando yo llegaba del trabajo pensaba
Ay por favor, qué bonico

Yo sabía que todo esto era una locura. Y que seguía en mi sano juicio, pero me hacía sentir muy bien. Así que yo me mandaba mensajes a mí, desde el trabajo al móvil de casa, para luego leerlos al final del día. Y yo me arreglaba y te traía una rosa para salir a cenar conmigo, y cuando te veía que tú estabas ahí
igualito que yo,
pensaba:
Estoy hecho para mí


En uno de aquellos paseos conmigo, caímos en la cuenta de que quizá estábamos llegando demasiado lejos. Al fin y al cabo, nunca podrías tocarme, ni besarme. Así que decidí
ser mi alma gemela,
ser mi mejor amigo,
ser mi mayor apoyo,
mi mayor fuente de "qué guapo eres",
aquella persona con la que compartir cuantos caprichos me apetecieran.



Ahí fuera había besos mundanos. Sexo en sentido estricto. Sexo con cariño. Pero no sexo con amor y admiración.
Hasta que un día encontré por casualidad a alguien ajeno a mí, que se parecía mucho a aquel yo que se preocupaba por mí, a aquel yo que me hacía regalos, a aquel yo que me había conocido y hecho parte de mi vida,
a aquel yo que era como yo, salvo que eras tú.

Y me di gracias a mí mismo por acompañarme en este viaje, donde nunca dejé de cansarme de mí mismo y me había ayudado tanto a mí mismo, que nunca me olvidaré de mí.



______________________________________

En efecto, está conectado con:

· Si me lo propongo y de verdad lo siento, conquisto a quien sea.

· Como yo no hay nadie, hasta que un día hay alguien 99% como yo.

· Sé como quieres que sean contigo.



, escribió un chico como conclusiones a su experimento.

sábado, 25 de octubre de 2014

El jaguar y la rosa



La poderosa vista del jaguar ha identificado una rosa que apenas sobresale de entre las matas.

Pero, ¿qué hace allí, en medio de la sabana, un jaguar y una rosa?

El rumor le advierte de la presencia felina. Siente cómo su savia herbácea regurgita, se acelera y hace olvidar el letargo mental, monótono y resecado en el que se encontraba.

El jaguar se acerca firmemente. Sabe que va a sangrar si la devora, pero el aroma lo posee, lo despoja de sus párpados y le hace salivar.

La rosa sabe que va a morir, por eso afila sus pinchas pero se viste eléctrica y destellante.

Y el momento se acerca, y contemplan su respectiva belleza, desafiando amor y ego.

- Voy a devorarte y a acabar contigo.
- Sí, pero sólo una vez.

Y aunque estén uno dentro del otro, se escucha:

- Elige tus últimas palabras.

Y aunque quisieron prolongar el segundo hasta el infinito, retumbó:

- Elígelas, porque después ninguno dirá nada.

Y el jaguar, sin párpados
sin pestañas
sin mirada,
pensó:
Maldita sea, una vez más...


["Como un jaguar que ve una rosa
que necesita respirar en medio de la sabana
y que quiere dejar de respirar en sus fauces
Dos extraños en aquel paraje
dos espíritus que desafían su amor y su ego
un jaguar que se acerca a un aroma dulce
a un terciopelo esmaltado
una rosa que oye el miedo y susurra excitación..
La energía y virilidad que sangran con la quietud espinosa
y aunque estén uno dentro del otro
elige tus últimas palabras
y aunque quieran prolongar el segundo al infinito
elígelas
porque después ninguno dirá nada."]

miércoles, 5 de febrero de 2014

Contra el recuerdo

Contra el recuerdo
Del día más perdido de mi vida
Si voy, si vengo
Si quiero ir o quiero volver
A dónde ir, qué debo hacer.
Contra el recuerdo de otro mundo,
Solitario el mundo
Solitario yo
Lleno de desconocidas fachadas que ya conocía
Vacío de mi corazón que se llenaba de ti.
Pasos hacia una meta fría,
Gargantas anudadas hacia un futuro lejano
Que parecía próximo
Y volvía lejano.
Contra la luz, contra los giros, contra el ruido
STOP
Escribe tu papel
Recuerda tus pálpitos
Llora tus cristales
Rebaja tu mordaza
Despierta y háblate
Para que no olvides tus conquistas
Para qur nunca pestañees contra el recuerdo.

"Sin abrir los candados, me recordaré...".

domingo, 24 de noviembre de 2013

Confiar

Como una flor que nace en una rendija (donde puede), un niño camina solo, con la cabeza baja, esquivando la flor.
Dos ojos que se miran: unos labios que se sitúan en la barbilla.. inferioridad.

Manos que se entrelazan sobre una cama. (Candados colgados en una reja)

Gotas de rocío que caen de una rama que tiene una espina. El agua suaviza la apariencia agresiva y le regala una nueva forma.
Formas que imprimes descargando fuerza: huellas en la arena, frente al mar infinito que te suaviza y te regala una nueva forma.

La mirada hacia el cielo, mecida por las nubes es llevada hasta un tacto conocido.
Cruces bizarros, contradictorios
Y el corazón enjaulado.
Y el tiempo corre, pero está en tus manos. Está en tu tacto.

Ese tren de tu infancia que parece que llega (o parece que se va)
esas ansias por crecer (y esas ansias por volver)
Ese árbol cortado que te enseña sus anillos, que ya ha leído el libro que estás leyendo.

Paredes que alejan: que se separan. / Bancos separados, y en silencio quieren acercarse.

Un sol que no cabe en el cielo, que calienta el mar que toca tus pies, que calienta tu espalda.. cuando te das la vuelta.
Y vuelves al frío, a la vista de la reflexión, bajo un farol que te da luz pero proyecta tu sombra.

Confía en todo esto.

sábado, 9 de noviembre de 2013

Sin abrir los candados

Hay algo delante de mí que va a arder, ...
Sin abrir los candados
Tendré en cuenta:
El ayuno de ti,
El desayuno de mí.
Preguntas sin respuesta:
¿Es así?
¿De verdad es así?
El dolor inspira y el placer no cabe en los pulmones
pero solo
solo
sólo que todas estas mentiras
no siempre ocurren
¿de verdad es así?

domingo, 20 de octubre de 2013

Aches

I.. I.. I.. I..
Aches.
H.. H.. H.. H..
Silenc(e/io)
Mudo
Snake alike
Like(Don't + 1)
Más uno..
El infinito es par
Ochos acostados
8.. 8.. 8.. 8..
H.. H.. H.. H..
It aches.
I.

martes, 23 de abril de 2013

El cuento más bonito

Érase una vez, un país con los suelos verdes, tapizados de hierba y flores; con ríos mansos y de aguas limpias como el cristal; de cielos que traían sol como rayos de alegría y lluvia como bendición de la vida. Era un país rico, donde vivía un príncipe que pronto sería rey, y necesitaba una joven doncella que fuera su princesa.
Los actuales reyes, padres del príncipe, querían encontrar dignos sucesores de la corona. Al contrario de lo que se estilaba por aquella época, no buscaban la realeza en las venas de la casamentera, ni la nobleza ni ningún atributo en especial. Deseaban que su hijo fuera feliz, y que su dinastía y su pueblo así lo fueran.
Por tanto, la elección recaía plenamente en las convicciones del joven príncipe, que idealista como era, no buscaba una buena futura reina: sino un amor.
Recorrió las amables praderas de su reino, mojó sus pies en las arterias cristalinas, se quemó la piel bajo el sol cándido.
Sus exigencias no se saciaban y continuaba su camino buscando a esa princesa que se hallaba escondida y por descubrir. Finalmente, cuando menos lo esperaba, en una noche fresca y húmeda, el príncipe cayó de su caballo y se rasguñó las rodillas. Fue entonces cuando una aldeana, ligeramente mayor que él, se le cruzó en el camino y le ayudó a curar sus heridas.
La humilde mujer no podía creerse que llegara a ser reina de aquel rico país. Había algo en el príncipe que como una luz, la encandilaba y ya no podría dejar de mirarlo, de pensar en él, de distanciarse. Pero tenía miedo.
Sin embargo, la luz que más nos ciega, más nos guía. El príncipe convenció a la aldeana y se presentaron en palacio.
Pese a ir en contra de lo normal, el matrimonio se aceptó. El reino ya tenía una nueva princesa.
Pronto serían los reyes, unos reyes que se amaban y que serían felices para siempre.

El chico era un joven de barrio, al que le gustaba escribir por placer. Su castillo era su humilde piso de 70 metros cuadrados. Su princesa, una joven estudiante.
Juntos leyeron esta historia, asombrándose de lo simple y fácil que puede ser la vida, de la felicidad que se respira en los cuentos donde todo sale bien.
Ya no venden las historias felices. La gente quiere drama, morbo, novedad. Las historias del joven escritor nunca eran enteramente alegres, siempre había que pagar un precio por la felicidad y a menudo eran trágicas.

-¿Cuál es tu sueño?-le preguntó una vez la chica.
-Mi sueño... bueno, siempre me he preguntado cómo sería ver llover en el Sahara.
-Te propongo una cosa: te acompañaré al desierto para que veas llover allí. Me voy contigo, pero por el camino me contarás cuentos. Y quiero uno como los antiguos, como los tradicionales. Quiero que sea de príncipes y princesas, que todo salga bien y que coman perdices.

Ambos emprendieron ese viaje, en el que buscaban lo más deseado: al igual que el príncipe buscó a su princesa. Por el camino, el chico le narraba historias de todo tipo, hasta que un día empezó a escribir una que se llamaba "El cuento más bonito". Se la entregó a mitad de camino, parados en un pueblecito allá por Andalucía.

El cuento más bonito es

La fuerza que posees cuando superaste aquel mal momento
Esa sensación de libertad que experimentaste en aquel lugar nuevo, y que quedó grabado en tu retina
La energía de la diversión, la velocidad, y el sentimiento en tu mente de "estoy viviendo"
Esa fotografía preferida, que te evoca felicidad y es un tesoro escondido en tus neuronas
Aquel recuerdo en el que te sentías arropada, protegida, y que te transmitía "todo va bien"
Ese instante en el que descubres a una persona, esa sorpresa que te llena de ilusión los pulmones
El cuento más bonito son estas líneas que escribo sólo para ti, para emocionarte y transportarte a otro lugar. Para darte
la fuerza
La libertad
La energía, diversión y velocidad
La felicidad
La protección
La ilusión
con mis palabras.
El cuento más bonito no tiene final, ya que continuará haciéndose realidad.
El cuento más bonito es que mi sueño no es la lluvia en el Sahara: mi sueño eres tú.



domingo, 14 de abril de 2013

El jardín del rey de Damasco



Qué pasaría si los malos fueran buenos decepcionados. Qué pasaría si alguien cambiara de bando tan bruscamente. Qué pasaría si el pasado es un ancla para el futuro.
En Damasco, un rey árabe era benevolente y querido por sus súbditos. Reinaba la paz y la justicia. En esta época, los demás reyes y jeques eran déspotas y tiranos con su pueblo. Este rey, llamado Az-Zorq, era el oasis en medio del desierto de la desconsideración. Por ello, su pueblo estaba orgulloso de ser sus ciudadanos, y cada año, cada familia le regalaba una planta, de la siguiente forma:
El padre de familia entraba en el jardín real, la plantaba y la regaba.
Así, los jardines del rey crecían cada vez más y más, siendo necesario ampliarlos en varias ocasiones. Era toda una belleza y en él habían plantas y flores de todos los tipos: desde las más humildes hasta las más exóticas, una variedad cromática que se extendía hasta la saturación.
El día de plantación era el acontecimiento más esperado del año: cuando se abrían las puertas del jardín, el pueblo aprovechaba para visitarlo. Poco a poco, fue permitiéndose la entrada no sólo de padres de familia, sino también de todos los miembros de ella. En este día, el amor se fotosintetizaba. Muchas parejas consideraban este día como su luna de miel. Otras personas buscaban el amor en este jardín. Los hijos e hijas se engalanaban para la ocasión y las miradas se sucedían tras los pétalos, las hojas y las lianas.
La mujer del rey solía pasear por el jardín en este día especial. Era una mujer joven, bella, de labios carnosos como pulpa de fruta fresca, unos ojos verdes como hojas de té, y perfilados en negro como misterio en la noche.
Uno de esos jóvenes engalanados la confundió con cualquier chica del pueblo y la miró fijamente, siguiéndola, flirteando con ella. La reina mandó detener al joven, y luego ordenó:
-Dejadme a solas con él.

Durante el año siguiente, el buen rey estaba muy preocupado. La mirada de su mujer hacía tiempo que se situaba escasos centímetros por debajo de donde solía estar. El buen rey estaba nervioso por si su ideal reino se desmoronaba. Habían sido meses difíciles de conflictos con otros reinos, sequía y malas cosechas. El jardín estaba secándose y perdiendo el verdor, la euforia leñosa y liberiana.
Ese año, el día de plantación fue muy especial, ya que el pueblo se había propuesto reverdecer el jardín. Acudió más gente que nunca, con varias plantas cada uno. El gentío era tal, que la reina se vistió humilde y se confundió entre la multitud.
-Como le prometí a su majestad, aquí estoy un año después.

Nadie volvió a ver a la reina. Nadie volvió a ver un buen rey.

Las puertas del jardín se cerraron para siempre. Patrullas de soldados buscaron a la fugitiva y cómplice. No sirvió de nada. El rey siempre había gobernado en el bien para el pueblo. El pueblo le había llevado a su triste situación. El rey respetaba y amaba a su mujer. Ella lo había traicionado. Su carácter cambió. Observó a los demás reyes vecinos: tiranos, pero no les faltaba de nada. Poco a poco, empezó a ser egoísta. A elevar los impuestos, a cubrirse de joyas y manjares. A querer recuperar su vigoroso jardín, y no hay nada más vigoroso que la sangre.
Una parcela de veinticuatro rosales, uno por cada año que tenía su amada, era regado con sangre de sus súbditos. Las rosas, lejos de tornarse vivas, despiertas y rebosantes, se apagaban y ensombrecían más, hasta llegar a ser granates. Oscuras, frías, negras, perfiladas como un misterio en la noche.

domingo, 3 de febrero de 2013

Demasiado

Cuando la prioridad es "yo"
Y cada uno vive por y para sí mismo
La interacción es residual.
Sólo cubre una necesidad, más o menos material.
Ya no hay sacrificios.
Quizá me gusten.
Quizá me guste dar y recibir.
Sentir cercanía.
Demostrar, aparte de saber.
Me acostumbré a demasiado
A seguir unos ideales y una predisposición
que cuando se agota no es alimentada.
Demasiadas ganas.
Demasiada ilusión.
Demasiado vivo.

sábado, 12 de enero de 2013

Plutón y Caronte

Hace mucho, mucho tiempo, en mitad de la noche se levantó una nube de polvo que lentamente se fue condensando.

Poco a poco empezaron a verse las estrellas y eran más coloridas y fulgurantes que nunca.

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Poco a poco empieza a desperezarse una niña que se levanta para ir al colegio como todas las mañanas. Una niña de cabello tan negro como el carbón y tan suave como el tacto de un melocotón. Una niña que busca excusas para llegar tarde a clase y que le dice a su madre:

-Mamá, por favor ¡hoy no! No pasa nada si hoy no voy, por favor déjame dormir.

Y su madre le repetía:

-Cariño, tienes que vestirte ya, que llegamos tarde y no puedes faltar.. y tus amigas te están esperando, ¡venga!

Y la niña se levantaría, se vestiría y se iría al colegio, mientras que durante el camino levantaba su mirada y toda ella recordaba a su abuela La hechicera, de quien decían que en su casa se movían los muebles a su voluntad.


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Las cosas no iban bien por aquella casa.

-Necesita un riñón y lo necesita ya.

El joven era el único que podía donar un riñón a su padre. No tenían a nadie más que fuera compatible, y a su padre le urgía. Sería una pena someter a un joven chico a una operación arriesgada, pero estaba decidido a hacerlo. Sería una especie de héroe y un ejemplo de amor.
Debe ingresar hoy en el hospital.


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La palabra 'amor' es más extensa que 'kilómetro'. Eso pensaban una pareja de enamorados, que habían tenido que separarse debido a dificultades de trabajo.
Su mirada marrón se fundía como miles de vainas de cacao cuando veía a su amado.
La pasión incontrolable corría por las piernas de él, subía por el vientre de ella y extasiaba en el rozamiento de sus labios al besarse.
El mundo cambiaba la cada vez más usual escala de grises por una escala que se volvía ecléctica, caótica y lujuriosa cuando estaban juntos.

Esos días eran los que no necesitaban edulcorarse. Pero tenían la promesa de que cada día sin verse se comerían un bombón, así que cuando se despedían, una cajita pequeña significaba un
Te veo pronto
Y por el contrario, si la caja contenía más bombones, era un
Voy a tardar días en verte


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Sentado en su pupitre al fondo de la clase, sus rizos rubios y su mentolada visión suponían un foco de atracción para todas las chicas de la clase.
Los demás chicos le tenían envidia porque era el ligón, la cara bonita y el chico perfecto.

No es de extrañar que desde los diecisiete años fuera contratado como modelo y que podría tener a cualquier chica. Pero él se fijó solamente en una, a la cual miraba tímidamente y con la que lo máximo que había hablado eran unos escasos minutos.

Poco a poco, y con la ayuda de terceros, salieron a cenar un par de veces. La confianza fluía, las risas se sucedían y la complicidad aumentaba, hasta que la chica le dijo

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Una noche, andando por la calle, se encontraron un hombre y una mujer.
Las miradas se cruzaron y se respiró aroma de chocolate mentolado.
La mujer de mineral cabellera extensa, reluciente y amelocotonada estaba muy débil. Andaba muy lentamente y necesitaba algo que la mantuviera en pie. Como una mota de polvo que vaga por el mundo y que muere por erosión.
El hombre de pelo extrovertido y áureo permanecía inmóvil, estático y anclado.


La mujer de un impulso se agarró al hombre para no caerse, como si fuera su última acción en la Tierra. El hombre la cogió. Dudó, como siempre hacía. Tuvo miedo, pero se dejó llevar mecido por el impulso, y empezaron a bailar.

Hace poco, muy poco tiempo, una nube de polvo se ha levantado en la noche y ha dejado al descubierto dos pequeños planetas.

Como Plutón y Caronte, danzan juntos alrededor de un mismo centro.
Dan vueltas y siempre mostrándose la misma cara.
Ella era objeto de burla y no conoció la amistad en el colegio a pesar de sus intentos.
Él dejó morir a su padre por el miedo, a pesar de que podía haberlo evitado.
Ella recibió cajas grandes de bombones, y cuando las terminaba, encontraba en el buzón cajas cada vez más grandes...
Él perdió a la chica que quería por no atreverse a dar un sí.
Eran este sistema de planeta doble, el
QUIERO PERO NO PUEDO
y el
PUEDO PERO NO QUIERO
Su danza orbital respondía al principio de acción-reacción: la voluntad tensa la mano, y la reacción del hombre acompañó esta vez, devolviendo la energía.


Poco a poco empezaron a apagarse las estrellas, y eran más lejanas y frías que nunca, pero Plutón y Caronte se acompañan en los confines del universo.
Siguen en movimiento y no hay nada que los detenga por la ley de la inercia: la danza los complementa y les regala su equilibrio.
Se miran fijamente, apartados del todo y de la nada: apartados del futuro y del pasado.

viernes, 11 de enero de 2013

Tangencias

Mira el fondo de un vaso
Su mirada estática
Mientras en su mente se reproducen sueños, conversaciones pasadas, conversaciones de futuro
Esperando que algún día algún sueño se haga realidad
Porque llegan tan lento
Pero se van tan rápido
Y se pregunta por qué el mar necesita al cielo
Por qué una luna necesita un planeta
Por qué cada vez que cierro los ojos te veo
Y no sé si sabe que todo lo que toca se marca
Siempre echa de menos el sol cuando empieza a nevar
Siempre odia la carretera cuando está perdido lejos

Silencio, silencio, silencio que reduce, extiende y aplana

Quizás alguna vez has mirado la noche
Y te has sentido pequeño
No hay voz que me contradiga
Por lo grande que es el universo
Y tantos millones de personas que viven en él
Y eres afortunado porque algunas de ellas van de la mano contigo
Y necesitas a otras por las que te encuentras a un centímetro del suelo
Sin tocarlo
Las palabras llegan tan cautas y se van violentas
Y quizá escribiste demasiado y muy profundo
Puede que te preguntes por qué necesitas la luz cuando acaba de apagarse


Y le diré que nunca sabes cómo de alto has llegado
Hasta que has bajado

Y la dejaste ir.

domingo, 9 de diciembre de 2012

Deténme

Lento, lento, lento..
Me giro y te doy la espalda
Y comienzo a andar
Pero párame
por favor..
deténme
Porque en realidad no quiero irme
Deténme
No dejes que me vaya
Porque me estoy yendo
Tu silencio me mira de reojo
Y mis pasos continúan
Hasta que no alcanzas a verlos..

sábado, 20 de octubre de 2012

Vientos de otoño

Un pie sobre el hielo y contengo la respiración.
Y trato de creer que
Los imperios caen
El cristal se rompe
Mientras los ecos vocean
Que me quedé atrapado en un laberinto de vino y rosas
Y el camino se escurre detrás de mí
Lloviendo en este cuadro
Donde el tiempo no pasa
Pero existe y se congela

domingo, 8 de julio de 2012

Cuentos para ser feliz

Escucha cómo está ahí tumbado mirando la ciudad. Luces que se encienden poco a poco, gente dentro de sus casas que derrocha sentimientos y gente en la calle que invierte emociones.
No sabe cuánta gente ahora mismo hay durmiendo, o cuánta naciendo, o cúanta besándose. Quizá alguien está muriendo, o está viendo por primera vez al amor de su vida.
Infinitas combinaciones en un mismo espacio que se abre a sus ojos.

Siente cómo se incorpora poco a poco, agarra la libreta y empieza a escribir. No sabe qué saldrá todavía.
Siente cómo escucha sus canciones favoritas: esas que aquél reserva y nunca escucha por miedo a que pierdan su magia.
Siente cómo sale magia de su voz cuando las canta..

Siente cómo su cara es un arco iris: fruto bello de la conjunción de dos agentes antagónicos. El sol y la lluvia son en este caso la felicidad de tiempos pasados y la trsiteza de no poder tenerlos en la actualidad.
Siente cómo su imaginación vuela, experiencias que han ocurrido quizá a decenas de kilómetros de aquí.
Piensa que la vida es como un cuento y tendrá seguro un final feliz..

Érase una vez un niño al que le gustaba escuchar la música muy bajito, al volumen 1, para que se fusionara con el entorno.
Era un niño muy risueño.
El niño saludaba a todo el mundo y le preguntaba su nombre con una sonrisa. Le gustaba hacer amigos.
El niño decía "Yo soy Juan, y perdí a mi osito Tedi en el mar".

Pero el niño estaba convencido de que el mar estaba jugando con Tedi. Y que era suyo todavía, porque así lo habían prometido. Volvería a él. El niño miraba al mar con una sonrisa, viendo las olas mientras pensaba.. "Te estás haciendo de rogar, pero ya te contraré, no sé si mañana aquí mismo en la orilla o algún año en el Caribe"
El niño incluso pensaba.. "Ojalá en el Caribe.. y me contará historias de piratas.."
Tedi era suyo y el lo sentía así. Estaba convencido de ello y era su verdad.

Por supuesto que tenía otros juguetes a los cuales quería mucho y se divertía mucho con ellos. Y se enfadaba y lloraba si los perdía o se los quitaban. Pero tenía un trato con Tedi. Y lo más gracioso: el osito no hablaba, sólo le sonreía.
Quizás la fuerza y el magnetismo de Juan era suficiente para sincronizarlos y mimetizar la relación.
Un enlace que lanza una persona, un torrente de energía que envuelve y cobra vida.


Quizás la vida sea como ese cuento.
Quizás Tedi vuelva algún día, aunque esté irreconocible tras su paso por el mar.
Pero es esa magnitud de onda que lanzamos una vez y algún día será devuelta.



Siente cómo pienso en un cuento como éste, cómo cada uno tenemos nuestra versión favorita y personalizada del cuento.
Siente cómo el niño está encaramado a una pareta en una noche de verano, junto a la playa, la luna que ha salido a cenar con él.
Siente cómo de su voz sale magia en forma de canciones, cómo de su mano nace este cuento que tendrá un final feliz porque así es su naturaleza.
Siente la simbiosis entre las pupilas del niño y el oleaje. Viene y va.. Viene y va.. Y no se mueve.


domingo, 13 de mayo de 2012

Pulpa de piña

Hasta que no te preguntes por qué te sientes así,
Hasta que no te preguntes por qué hacía mucho tiempo que no te sentías así,
Seguirás esperando a que todo pase
Y sabes que es larga la espera
Porque buscas lo que todo el mundo encuentra
Y nada se va de tu cabeza, están siempre ahí
esas ideas que no son adecuadas pero que sabes que no pueden estar equivocadas.

Lentamente te echas hacia atrás, mientras que tu corazón ha empezado su carrera y parece que le es imposible parar. Recuerdas al mar salado que se funde en tus labios mientras susurran palabras de una antigua canción.
Apareces entre humo, entre mentiras
Hasta que corres pero no puedes esconderte, intentando decir lo que tu voz te niega.

Y tu cuerpo sigue corriendo mientras tu mente se quedó absorta
De repente te encuentras en medio de una maraña de hierros
Gente a tu alrededor
Ruido
El tráfico cortado
La gente quiere ayudarte
Y tú estás
Solo
Y quieres estar
Solo
Porque en realidad no estás ahí
Sino que te quedaste escuchando su canción, marcando el compás con tu mano
Alargando un momento del pasado hasta el día de hoy
Porque te gusta la piña

Y te gusta que su pulpa te haga asperezas en la boca
Y sentir la acidez en los labios.

sábado, 21 de abril de 2012

12:15:01

Ecos de olas ebrias, ecos de amor y de vida. Vagando por el mundo, peinando campos, bailando montañas, acariciando una mejilla que alguna vez fue joven, que alguna vez estuvo ebria, o llena de amor y vida.


No sé lo que necesito...

No me gusta el verbo 'necesitar'. Qué verbo tan feo en contraposición a otro tan bonito como 'proteger'.

Su significado es malo, implica carencia, debilidad, dolor, insuficiencia, muerte... No me gusta hablar de 'necesitar' con respecto a otras personas o cosas. Pero sí que necesito algo inmaterial que me haga sentir no sólo que estoy vivo, sino útil: mi inspiración.

Puede que sólo escriba cosas sin aparente sentido, pero estas pequeñeces me hacen sentir grande, me hacen creer que cada palabra transmite al mundo un poco de coherencia y lo hace más humano.

No sé si despertarán pensamientos positivos, negativos o neutro, pero sé que quizá tengan una longitud de onda que hacen que algunas personas se paren aunque sean dos segundos con la mirada perdida, el corazón que respira y la mente volcada a ninguna parte, pero que después de ese viaje de dos segundos a lo desconocido, te deje una sensación difícil de explicar, como la superficie del mar que ondula mecida por una suave brisa.

Quizá es demasiado lo que pretendo, pero así me hace sentir la inspiración, y no es mérito mío: de ser así lo haría a todas horas. Yo sólo soy un intermediario. Es un logro de cualquier persona, organismo, objeto, ente que esté en el momento, lugar, compañía y energía adeacuados.

Es como aquel reloj que se encuentra parado en mi estantería: aquel reloj viejo, lleno de polvo, pasado de moda, que se quedó estancado en las doce y cuarto.
Pero el universo sabe que ese reloj tiene una función aunque esté empequeñecida: cada vez que sean las doce y cuarto, el reloj será útil. Está ahí, olvidado, innecesario para muchos, pero cada vez que se aproximan la hora justa, desprende un halo de confianza, seguridad y sabiduría: porque sabe que en un segundo volverá a ser olvidado, pero también sabe que cada segundo que pasa es un segundo que está más cerca de volver a ser útil.


Y me pregunto yo... ¿a qué viene todo esto?
Necesidad de escribir. Necesidad de recibir inspiración. Necesidad de aprovechar lo que me ha pasado esta tarde:
Un niño que jugaba solo en un parque, me ha dicho al pasar al lado de él "Hola amigo".


No sé por qué, pero he seguido caminando recto, totalmente abstraído, nervioso.
Ojalá hubiera sido capaz de quedarme a estar aunque fueran cinco minutos.
Me he sentido como si fueran las 12:15:01.

martes, 20 de marzo de 2012

Huellas de romero

Subir a lo alto siempre ha sido gusto del ser humano. Escalar una montaña y tomar una foto parece ser siempre algo bonito, un logro. Aunque esa foto muestre una simple llanura sin ninguna belleza, el hecho de saber que hay alguien detrás, quien la toma, que está alto, la hace maravillosa. Es el poder de dominación, o mejor dicho, la creencia del humano de superación, dominar y sentirse alto como un semi dios.
Algo que no se tiene voluntad de hacer o convertir no es poder.
No creo que el ser humano tenga el poder de hacer bello un paraje por sí solo. Creo que debo hablar de tender... Decidimos si un paisaje es bello o no si en él plasmamos emociones que nos hagan sentir, tanto para bien como para mal. Un paisaje que no nos llegue al fondo no será bello, por muy correcto que sea, o por muy bello que lo vean otros. Por lo tanto, no hablo de que tengamos un poder de cambiar la percepción de un sitio u otro; sino que tendemos a ello. Está en nuestra naturaleza emocional el dotar a un territorio de una carga afectiva. No lo hacemos intencionadamente, más bien al contrario: muchas veces no sabemos por qué, pero quizá lo más simple es lo elegido para detenernos un momento y transportar nuestra mente a una dimensión contigua, que se pliega sobre nosotros, nos hace cerrar los ojos y aspirar lentamente.

La lluvia se desliza desde las nubes por los cristales y trae algo del cielo a la tierra.
Las gotas mojan la llave haciéndola cada vez más fría, y me la guardo en el bolsillo del pantalón.

Deja que la gente se aleje, conozco tus pasos.
Déjame ponerme de espaldas y ponerme a prueba sabiendo que los conozco.
O que un desconocido pase a lo largo y saber que no sé nada.

La energía, ya sea de un modo u otro, impacta sobre el terreno continuamente. Admiro la energía de la naturaleza... una palabra que lleva implícita la otra. Incansable. Cualidad. Característica.
Curiosidad: Esta misma roca que es golpeada por el oleaje, ¿la habrá pisado algún romano? ¿O la superficie que pisó el romano ya no existe?
La energía liberada en pequeñas dosis es igual de potente que un estallo, pero mucho más sutil y elegante.

Siento cómo la lluvia impacta en mi piel y apenas pasa nada. ¿Qué pasaría, si estuviera mil años bajo la llovizna como aquella roca? Qué pasaría si fuera roca...
Quizá todos las formas existentes difieran poco unas de las otras: quizá todo sea como una roca, o todo sea como un objeto X, solo que con diferentes cualidades.
Una cualidad que tenemos es la vida.
Y otra cualidad que tenemos es la antagonista, y es creación humana: el tiempo.
Ese empeño por medir todo, por buscar un patrón que permita comparar... Cuando en muchos casos no es así. No se puede medir todo lo que queramos puesto que cada ítem es original y sigue una evolución propia y diferenciada.
¿Cuántos años tiene esta roca? Ah, son muchos. Pero quizá es poco para ella.
¿Cuántos años tienes? Uy, qué pocos. Pero quizás es 'como' si tuviera más años que tú.
Muchas cosas deberían ser más cualitativas y menos cuantitativas. A veces la practicidad es una enemiga para la calidad.

Escucha, es la canción de la vida la que se asoma después de la lluvia.
Es la alegría y satisfacción después de la reflexión que me ha surgido esta mañana.

Ahora ya puedo seguir mi camino, andar hasta llegar a un punto en concreto y darme la espalda.
Que conozco tus pasos, y yo me marcho dejando huellas de romero.

jueves, 29 de diciembre de 2011

Eden

No voy a decir que 2011 se acaba, sino que empieza 2012. Porque no hacemos borrón y cuenta nueva, acumulamos lo vivido año tras año.
No sé cómo resumir mi año 2011. De verdad, mi vida es muy activa. Será porque mi vida se mueve entre dos esferas (mundo exterior, mundo interior) que a veces se tocan, a veces una empuja a la otra...
Il y a
Este año me deja un sabor de boca que me recuerda:

al saber adaptarme a todo tanto a lo bueno como a lo malo,
el no tener miedo a tomar una decisión y a decir que NO,

a ser un poco más independiente,
y a saber que soy dependiente de ciertos factores de mi vida;
tant de gens

a estar siempre dispuesto con una sonrisa para que tú tengas otra sonrisa,
a conocer cada día dónde están mis debilidades y dónde están mis fortalezas.


A saber que mi vida es bonita porque vosotros estáis en ella.


A tener mis momentos de frikadas y sacar de una insignificancia una ocurrencia, no buscando sólo hacer reír sino sentir bien a las personas.
A tener mis momentos más interiores, ya sea yo solo, con mi cuaderno de bitácora, o compartiéndolo con las personas que lo merecen.
A intentar tener muchas facetas y una personalidad adaptable y polivalente, siempre con mi firma y mi carácter.
A dejar la rutina a un lado, y hacer siempre algo diferente, exprimir la vida; y sabiendo que la rutina estará ahí cuando la necesito.
Porque he tenido momentos de ir solitariamente por la carretera a las cinco y media de la mañana mientras que la luna llena marca mi sombra y ningún coche se me cruza; y
momentos en los que un abrazo me hacía sentir con esa persona como si fuéramos una sola.
qui attendent

Porque sí, no soy tan maduro como creo que soy.


Porque poco a poco voy descubriendo al mundo, o tal vez es el mundo el que poco a poco me va descubriendo a mí.

Una frase que escribí en París, a las tres de la madrugada. "No olvides nunca cómo te has sentido en París... El futuro que se abre ante ti".
O algo que escribí en Barcelona, como "Yo soy así. Tendré mis cosas buenas y mis cosas malas, pero así es Miguel Borja."
toute une vie
No se me ocurre darle a este texto ninguna forma, ni ordenar las ideas, ni nada del estilo. Lo dejaré así porque así es como mis manos lo han tecleado.

[Sarah Brightman - Eden]
http://www.youtube.com/watch?v=CiAsiblEvB4

... que j'attendrai

lunes, 12 de diciembre de 2011

Un tren por Tarragona

Un niño y una niña se encuentran en un tren. Ambos cambian de espacio físico, mismo destino, diferentes motivos.
Empiezan a hablar.

La niña dice que su padre sufrió ayer un accidente, y tiene que ir a verlo al hospital donde previsiblemente pasará una buena temporada. Casi muere su padre. Le ha pasado lo peor, su contexto es gris, oscuro, pero se siente la más feliz porque su padre se ha salvado. Ha conseguido de la nada, vida.
Sus ojos recuerdan un vidrio que cae y se despedaza alegremente en mil partes.
El niño siente cómo la sangre se acumula en sus mofletes y se pone poco a poco más rojo.
Su contexto es bien diferente. Viaja por placer, tiene el sol en el día, tiene el mundo delante de sus ojos. Pero él mira hacia el suelo, la tierra se le mueve a sus pies, las estrellas le explotan. Para él, sin el amor de su chica, es como el último día en la tierra. El mundo se le acaba.

Ambos se miran, mientras saben que sus destinos físicos coinciden pero su visión es divergente. Viven en mundos paralelos que no se tocan.
Y esta historia no pretende tener un final en el que el chico se dé cuenta de lo realmente importante en la vida; en esta historia no aprende nadie o aprenden los dos.
Porque los dos saben valorar, y mientras uno dice
Empieza una nueva vida, una nueva oportunidad
,
Otro escribe
Esperaré... porque independientemente de todo, siempre estaré ahí... porque te amo. Porque aunque digan que no es bueno para mí, quiero verte, quiero que me sientas cercano, estar para cuando lo necesites, compartir algún momento... éste es un amor incondicional... siempre, aunque no me convenga, por ti...

Un principio conlleva a un final.
El mundo ni empieza ni se acaba, el mundo está ya ahí; o simplemente no está.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

4.23

Al borde del mar, el viento del invierno se alza y huye.
Tengo una flor que resiste los inviernos más duros.

Una noche blanca, una luna que no cabe en el cielo, y yo camino en la oscuridad. Llego y estás allí, en el piano.
Tocas mi canción. Cada tecla que pulsas, cada nota del piano, retumba en mi pecho. Y parece que marcan mis latidos, tú me controlas indirectamente.


-Make a wish

Get on your knees..


Y de nuevo, siento que diriges mi corazón con el piano. Mis pálpitos son cada vez más fuertes, tú tocas la melodía. Cada nota se clava en mi pecho y retumba, incluso en mi nuez.
Mis músculos se tensan o se relajan, no sé qué hacen, se vigorizan y se exaltan, al paso de cada nota por arriba y por abajo del pentagrama.
Provócame un ataque. Y lo haces, sabes cómo hacerlo.
Ese crescendo que termina conmigo, y que me deja en trance.

Gracias por ese ataque al corazón que me has provocado.


4 minutos y 23 segundos. Susie Suh - "All I want".

jueves, 24 de noviembre de 2011

La Luna en los labios

Es una pregunta que nos ronda la cabeza, ¿a dónde tenemos que ir?
Es el destino el que nos lleva...
De aquí para allá, siguiendo las señales.


Los dos niños piensan esto mientras corren y exploran el bosque. Están de campamento, pero se han escapado para sentirse unos aventureros.
No saben muy bien por dónde ir, pero les da igual. Sienten que pueden cambiar el mundo, que cada paso que dan están más cerca de otro lugar, así que siguen y siguen...

No saben por dónde ir, se dejan llevar. Una mariposa que se vuela y viene y se sienta en la uña de su dedo y el niño se asombra y piensa por qué será el elegido y se le hincha el pecho y se siente alto a pesar de tener once años y medir poco más de metro y medio y exclama: "¡¡¡Eh mira qué tengo!!!" y lo hace todo sin pausa y seguido, como este texto, porque le falta la respiración y se ha subido en una espiral que le levanta los pies, le aprieta el corazón y le levanta la barbilla.

Y la mariposa no se entera de nada, pero sabe que ha sido capaz de crear magia. Eso es magia... un pequeño detalle que tiene la potestad de significar una espiral.

El insecto despliega sus alas, y los niños la siguen, cogen todito lo que tienen, y no miran atrás. Andan caminos que se esfumarán una vez andados.
Hasta que se hace de noche, empiezan a sentirse temerosos, a imaginar que en el bosque hay lobos y demás criaturas, a pensar que el cielo se caerá sobre ellos.
Pero su miedo es parte de su aventura, así que emprenden su camino, mientras no ven, mientras se dan la mano, mientras dicen "ya estamos casi, no mires abajo" o dicen:
-Salta.
-No puedo.
-Salta, confía que puedes.

Y sabían que sólo ellos estaban viendo el bosque de noche, nunca habían visto las luciérnagas resplandecer de aquella manera, o ver el cielo descontaminado mientras estaban tumbados, tener la sensación de que si se levantan se darán con la luna en la cabeza. Medir metro y medio y tener la luna en los labios. Eran los reyes del mundo y en ese momento nada podía contradecirles.








Varias vueltas al sol más tarde, los dos amigos se encontrarían por casualidad.

Atrapados en una conversación distante, como la de conocer a un extraño una noche...
Es una mirada de seda que no necesita palabras. Ese gesto olvidado, que me sé de memoria.

-Por favor, un café y un té.

Y se sentarían en un rincón, calentándose las manos mientras afuera llueve.

Una hilera de farolas en la noche que alumbran a la gente que pasa.
El sentimiento de ver cómo tienes la sombra detrás, y va pasando poco a poco a estar delante. Y luego vuelve atrás. Sentimiento de que la vida no es redonda, sino circular.

Cuando eran pequeños, les encantaba saltar en las baldosas, simulando que son rocas rodeadas de lava.
Les gustaba construir un refugio para las hormigas.
Radiaban expresividad, emoción, originalidad... sentían que de ellos dependía el mundo y ellos podían hacer todo.

¿Por qué ahora no podían sentirse así?
Seguían siendo ellos. Tenían todo eso y más. Podían hacer todo eso y más.

Como por accidente, una luciérnaga pasó entre ellos. Se miraron y cayeron en la cuenta
Todos tenemos nuestras propias máquinas del tiempo.
Algunas nos llevan atrás, se llaman recuerdos.
Otras nos llevan adelante, se llaman sueños.


Aquella noche, recordaron cuándo el tocar la luna era un propósito y no un sueño.
Aquella noche, después de la lluvia, el cielo era un espejo y las estrellas estaban haciendo el amor.

martes, 15 de noviembre de 2011

Let me rule the world

Tengo la necesidad de escribir.
Hace tiempo que no lo hago y siento que me falta algo.. Intento buscar esa inspiración que me viene de una canción o una panorámica. Busco mi espacio, mi sonido y mi té, pero mi mente tiene interferencias, y mi mano sólo acierta a escribir cosas que no sé si tienen un 0% o un 100% de sentido...

La luna marca sus sombras. Carretera solitaria. Hay mucha luz. Me siento solo, no hay nadie a kilómetros de mí.
Desierto.
Privilegiado por estar expuesto a la luna. Figura de serenidad y luz. Figura de esconder nuestros secretos en la cara oculta.
El mundo lo sabe, salvo que nadie, sólo tú y yo..

Cuando lo raro y sorprendente es la norma, quizá la mayor exclamación sea un final común.

lunes, 31 de octubre de 2011

Sabía lo que tenía que hacer cuando oí tu canción

No cree en las supersticiones, pero sí cree en las señales que el mundo le envía.
Ella sabe que hoy será un día malo. Hay días en los que todo va bien, pero hoy no es el caso. Una fuerza mayor le dice que hoy su novio vendrá enfadado, que entrará por la puerta tirando las llaves. No la saludará, pero cuando se encuentre con ella, la mirará con desprecio porque ella es feliz.

Así que ella se prepara. Se rodea de un mundo oscuro, y coge algún objeto para hacer percusión, lentamente, marca un ritmo y está en silencio, y poco a poco se sumerge en un estado en el que ella baila sus brazos en silencio, pero en su mente las percusiones caen como gotas de agua de un grifo que derrocha agua; o de un corazón que derrocha vida.

Así que las llaves golpean el mueble del recibidor, espera que la puerta se cierre y la encuentra con la mirada veinte centímetros por debajo de donde debería estar.

Porque no le queda nada, y espera. Oye su canción, y de repente se ve envuelta en un mar de brazos que la rodean. Propiedad adjudicada. Se deja llevar. Un mano que cae en su cara, sube enredándose por su cuello hasta el pelo. Le mesa el cabello mientras le muerde un poco el hombro. Le aprieta el pecho y ella adora el momento de sentirse poseída.

Nada más que decir, llévate mi aliento, susúrrame lo que pienses, átame, nadie lo hace como yo.
No tengo fuerzas, pero hazme pedir más, que se caigan las paredes, pégale a una puerta, hasta saber que oyes mi grito.

Hasta que todo termina, y desea que el próximo día no sea así.

El amor era tan cruel que ella quería irse.

Mientras que poco a poco se iba alejando. Un encontronazo de unos segundos bastó para que una señal le llegase: acércate a él, te irá bien.
Así que mientras que su marido no estaba en casa, subía al tercer piso para encontrarse con el vecino. Y cuando volviera diez minutos antes, se le cambiaría la cara, adaptándose al mundo lúgubre-agresivo-necesitado-erótico del marido. Aprendió a fingir, pero no a tener una doble vida. Eso no era vida. Esto era vida.

No sabía lo que era el amor. Le llenó el corazón de un beso.
Le dio libertad. Le dio sensualidad antes que sexualidad.


Llegó el día en que el vecino debía marcharse a otra ciudad.
Su doble vida se acababa. El vecino le había enseñado grandes cosas, pero ella sabía que hasta ahí habían durado, los estímulos del mundo le decían que no era el elegido. Así que tenía dos opciones:
-Volver a su vida anterior, ahora que era más fuerte. Poder enmendar todo y estar al mismo nivel.
-Seguir al vecino aun sabiendo que no tenía mucha proyección.

Al final, optó por irse sola, tomando lo bueno y lo malo de todas sus experiencias, respirando. Porque aunque nos gusta saber lo que vida nos tiene preparado, ella era más fuerte que nadie.

viernes, 14 de octubre de 2011

Oí tus sueños hacerse realidad.

Oí cómo mi sangre forma cristales de hielo y mi corazón agota su último latido.
Oí una lágrima abrirse paso por mi cara,
y oí tus ojos abrirse, empaparse,
y te oí decir
Te quiero, pero lo siento.
Y supe que él caminó en su vereda feliz, mientras su sueño se hacía más real en este mundo cada segundo que pasaba. Pero también sabía de la tentación de mirar atrás y dejarlo ahí.
Quizás el sueño sea un sueño mientras no se tiene..
Quizás el sueño es lo inalcanzable.
Quizás el sueño sea comparable a una noche de Octubre, con luna llena, tendido en la playa mientras observas que ahí está Venus, casi se tocan pero no están juntos.
Ambos brillan y pasean por la noche, uno en la playa boca arriba; otro en el cielo boca abajo.
Como si la Luna quisiera dar un paso más y hacerse planeta.
Como si Venus quisiera estar más cerca.
Y ahí haciéndose compañía, unas veces cerca y otras lejos, se dirán:
Oí que ayer fue el día de tu vida
Oí que mis sueños también pueden hacerse realidad.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Susurros de una canción no escrita

Sólo deja ya de sufrir,
no, no,
empieza ya a vivir...


Aisha y Kristina se conocían desde el colegio de primaria y desde entonces habían sido las mejores amigas. Desde pequeñas lo habían hecho todo juntas: pasear, bailar, componer la típica canción.

-Nana na-na na na na náaa... algo así?-entonó Kristina.
-Sí, sí, ¡me gusta mucho Kris! Pero que acabe en i, que sea más agudo.
-La letra es lo complicado, Aisha. Es que no se me ocurre nada...Sólo deja ya de sufriiiiiiiiir.
-Pero esa frase es fea, yo quería algo como "Oye mi corazón, vamos a bailar", ¿sabes? Más de fiesta.

Aisha recordaba esas notas nunca escritas en papel en su cabeza. Era como un hilo musical que ahora estaba dándole al play, mientras ella sacaba su cabeza por el alféizar de la ventana, sintiendo el frío de noviembre en sus pómulos.

Sólo mira a tu alrededor,
verás cuánto amor hay por ti.


Contemplaba los tejados de las pequeñas casitas de su pueblo, madera marrón manchada con pequeñas motas de nieve. Se quedaba ensimismada siguiendo con la vista el trazado del río, curvilíneo y angosto hasta llegar al lago.

He contado los días sin oír tus pasos.

Hacía ya cinco años de la última vez que habló con Kristina. No sabía muy bien si estaban peleadas o no, simplemente desapareció. No se distanciaron por problemas de la universidad, ni de novios, Aisha ni estudiaba ni tenía pareja, y su amiga era igual que ella.

Ella, que siempre había estado velando por su amiga, ocultándole hechos y palabras que pudieran dañarla. Si Kristina se peleaba con alguien, Aisha le decía: "Bueno, no lo tengas en cuenta, seguro que quiere verte de nuevo, dale otra oportunidad al chico, no pienses sólo en ti misma". Cosas por el estilo.

Kristina siempre la había agradecido, pero también es cierto que llegó un momento en el que ella se sentía siempre culpable de lo sucedido. Aunque la otra persona realmente se hubiera portado mal con ella, su amiga le instaba a perdonarla.
Un día desapareció del lado de Aisha, quizá para no tenerla como angelito de la guarda y poder tomar ella sus decisiones y responsabilidades.

Desde entonces, Aisha dejó de dar consejos. Hacía caso a los demás. Aisha había transformado ese don de transmitir sentimientos a ser como una esponja, que absorbe, un embudo que recoge hacia un agujero en su interior.

El panadero pasaba por las puertas de las casas del pueblo y dejaba el pan colgado del picaporte. En ese momento, su hermano irrumpió en la habitación.

-Hermana, prométeme que no se lo vas a decir a nadie.
-Prometido, Ivan.
-He visto a Kristina--dijo cabizbajo, mirando al suelo.

Aisha no sabía cómo reaccionar, saltó y se puso al lado de su hermano.
-¿Dónde?¿Cuándo?¿Has hablado con ella?

Ivan no contestaba y miró avergonzado a su hermana.
-Al lado de la estación de tren, ayer por la noche.

No daba crédito a lo que acababa de oír. Podía esperarlo de cualquiera, pero no de su hermano. ¿Cómo él...? Siendo un chico tan respetuoso, honesto y responsable.

-A ver, Ai... Yo no estuve con ella. Pasé por el callejón, porque bueno, son cosas personales. Cosas de hombres, no lo entiendes. Pero no te pido que comprendas eso. La vi de lejos, pero era ella. Está totalmente cambiada, lleva el pelo muy corto, casi rapada. Muy alta, o eso me pareció ver. Aunque claro, no me fijé si eran tacones o no.

-¿Con qué frecuencia vas allí?¿No la habías visto antes? Ivan...tú que eres guapo...¿por qué vas allí? Tendrás fama...

-Ai, cariño, ya te lo explicaré algún día. La llevo viendo desde hace meses, pero te juro que nunca me he acercado a ella. Ayer la vi subirse a una furgoneta, y por eso me llamó la atención.


Aisha salió de su casa dirección al lago. Se sentó en un banco y empezó a llorar.
Su hermano era un putero, y su mejor amiga, una puta. No lloraba por odiarlos, sino por sus situaciones. ¿Por qué el mundo era así? Su amiga era una mujer que vivía de su cuerpo y se exponía cada noche al peligro. No se la tenía en cuenta, a efectos prácticos era considerada no inteligente. Seguro que estaría inmersa en una espiral tóxica. Y su hermano, siendo guapo, inteligente, el más adulado por la familia, gastaba su tiempo en sexo barato, temía que su hermano no encontrase la felicidad.

El mundo era un lugar feo, de paso, seguro que habrá algo después de la muerte, porque esto no es vida.-pensaba la chica. El malestar se transmitió a ella, no encontraría trabajo, no tendría aspiraciones, sólo ver cómo el tiempo pasa, cómo de la misma estación de tren se va un tío suyo que no volverá jamás y cómo llega un joven para encontrarse con su amada y dar vida.

Esa noche, fue a la estación de tren con el propósito de rescatarla de ese mundo, de reencontrarse como amigas. Esa misma noche, cuando Kristina le dijo:-No sé quién eres, si quieres algo tendrás que pagar el doble por ser lesbiana. Y Aisha retrocedió poco a poco, sin apartar la vista de su amiga, mientras adivinaba en sus ojos que en verdad sí la conocía, pero no quería que la descubriera en lo que se había convertido.

Necesitaba hablar con su abuela, así que se acercó al monte donde se hallaba trabajando en el campo. Desde allí arriba se veía todo el pueblo con sus cúpulas verdes oxidadas, la mañana era blanca y le transmitía paz.
Mientras las palabras salían de su boca, la tez de la abuela iba empalideciendo, y cambiando su permanente sonrisa a un gesto rectilíneo, casi invertido.

-Aishita mía, cariño. Yo sentía lo mismo que tú a esa edad. Pero el mundo es bonito, plántale cara con una sonrisa. El mundo lo haces tú. Si sonríes, tu mundo sonríe. Mientras tu onda sea una positiva, te rodeará la sonrisa.

Y le sonreía a su nieta. Hasta que se fue, y su boca se encogía hacia dentro.
Aisha volvió la cabeza y se sintió como el día que le dijeron que los reyes magos no existían. Un mundo mágico que se torna en lo puramente humano- en la imposibilidad de ser algo superior.

Pero ella seguiría la filosofía de su abuela, aquella filosofía de un lunes.
Aquel lunes por la noche cuando Aisha fue a la estación de tren, y pasó sonriéndole sin pararse.
Y aquel otro martes, cuando Aisha pasó sonriendo y le dijo: Hola, hace frío, si quieres te invito luego a mi casa. Y quedarían como amigas, pero como nuevas amigas. No había nada del pasado, sólo sonrisas y un volver a conocerse.
Y Aisha seguía yendo a la estación de vez en cuando, para ver cómo iba Kristina. Ella sería su amiga y le sonreiría. Ella decidiría su vida nueva, sus razones tendría.
Y aquel otro jueves, cuando en uno de esos paseos, vio a su hermano Ivan en el callejón adyacente, pero con un chico. Y se besaban.

-Aisha, por favor, acéptame y guárdame el secreto. Ya te lo presentaré.

Y Aisha le sonreiría y le diría:

-Ya lo sabía, tonto.


Pero aunque prohibido esté nuestro amor
no te dejaré, nunca me dejes, no,
aunque me cueste morir mil veces,
no me importa nada, los límites los marco yo.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Una llave roja y azul

Sus ojos almendrados tienen la mirada perdida
Los contornos de sus párpados no se mueven ni un milímetro
Están fijados a su posición
Sin embargo, sus pupilas titilean, se rompen en pequeños cristales
cada vez más y más pequeños, hasta que se hacen agua.

Su rostro está fijo pero inquieto,
es una contradicción o una convergencia masiva de órdenes de su cerebro.

Su nariz parece que se arruga,
sus orificios se hacen más y más grandes.

Poco a poco se hace viejo, arrugas en la frente,
en el moflete, múltiples hoyitos en la barbilla.

Las palabras no aciertan a salir de su boca, se deshacen en fonemas
con la rapidez de la conversión espuma-agua.
Espuma efímera, nacida de emociones, de fuerza, agilidad, movimiento.
La ilusión que acecha en la puerta, que se asoma
pero que se deshace y vuelve a ser lo que era:
horizontalidad, quietud, frialdad, ausencia.

Su cabeza se agacha al mismo tiempo que sus dientes se aprietan más y más,
siente cómo sus superficies se alisan, rasuran, duelen, encajan.
Van encontrando el equilibrio, su equilibrio.

Observa su mano cerrada, apretada,
que no responde de tal esfuerzo al que la está sometiendo.
Parece que va a desistir,
mientras se desangra su palma,
mientras siente dolor, pero expulsa
rabia, impotencia, inconformidad, incredulidad.
Mientras da el último adiós al candado, abre la mano,
lo cuelga y recoge la llave pintada de letras azules
e impregnada de rojo.
La almendra se moja.
Mientras se cuelga la llave cerca del corazón.
Mientras siempre.
Mientras él exista.

lunes, 25 de julio de 2011

Dedos de seda. (2/2)

Cuando toca el piano, camina entre las páginas del día arrastrándolas con la corriente de sus yemas. La imagen de su cara, que parece desvanecerse en el espejo. Se refugia en un piano blanco que la protegerá, aunque no sea una chica pura, como un vientre que protege a un niño. No más lágrimas, pero sí rabia e ira.

Porque es frágil y fuerte en su camino. Ella ha sabido continuar con su vida, sobreponerse a las adversidades y tener un papel en el mundo, por pequeño que sea.
Porque ella sabe que tiene un don para la música, que sus manos bailan en las escaleras de marfil, que su corazón levita sobre las superficies alternas blancas y negras.
No es que sea vanidosa, pero le gusta saber que el vecino la observa por las noches. Útil: así se siente. Por eso, guarda su mejor técnica para este momento; cuando a mitad de noche se levanta y se sienta en su banqueta blanca. Es luz ardiendo en medianoche.
Le sobrevienen recuerdos a la mente. No necesitaba estar en un prado con flores y un sol radiante para ser feliz. Le bastaba con estar en su habitación, con una lluvia matutina para ponerse de puntillas y encoger el cuello, y sentir el tacto de él haciéndole cosquillas, y ella elevándose, formando cada vez más arrugas, cerrando los ojos, sonriendo, hinchando el pecho.
Que luego vendría el accidente de coche, donde no recordaba qué pasó exactamente. Quiere evitar el recuerdo de ver todo destrozado, y cómo un amigo suyo le tapa la nariz a otro, hasta que cuenta un minuto.

Un día envió una carta al chico que la observaba desde su ventana, invitándole a ir a casa.
En cuanto llegó, comenzó a tocar "Comptine d'un autre été". Porque frágil y fuerte era ella, sabía que desde el accidente, había perdido la memoria. No recordaba a las personas. Las interferencias se colaban en sus pensamientos como el agua omnipotente que se escurre por cualquier rincón.
Entregada al piano, observaba a la vez cómo el vecino se quedaba inmóvil detrás de ella.
En verdad, había algo en él que le sonaba familiar.
¿Será él quien la hacía levitar de felicidad?
Sí, es él.
¿Es él?
¿O fue quién contó un minuto?

Cuando toca el piano, camina entre las páginas del día arrastrándolas con la corriente de sus yemas. Le basta con estar en su comedor, a medianoche, para ponerse de puntillas y encoger el cuello. Se refugia en un piano blanco que la protegerá, aunque no sea una chica pura, como un vientre que protege a un niño. Sentir el tacto de él haciéndole cosquillas, y ella elevándose, formando cada vez más arrugas. No más lágrimas, ni rabia ni ira. Cerrando los ojos, sonriendo, hinchando el pecho.