Aquella mañana me desperté a las cinco de la mañana para ver
amanecer desde aquel lugar donde habíamos pasado el fin de semana. Habíamos
alquilado una cabaña en un parque natural con unas vistas maravillosas hacia el
valle. Me puse la chaqueta, ya que aunque era verano hacía mucho frío por la
mañana, y más estando a más de 3000 metros de altitud. El olor a hierba mojada
por el rocío me preparaba para inspirar los primeros rayos de sol, cuando este
apareciera por entre las siluetas de las montañas de enfrente. Me senté en un
banco de madera y reflexioné mientras esperaba que se hiciera de día. Los
porqués de todo, el destino de la vida, el deseo de volver atrás, y sobre todo,
la impotencia del presente.
Los verdaderos monstruos no lo parecen desde el exterior.
Y me sentía estúpido, la peor persona del mundo, por estar
en ese estado de apatía, de desgana y de infelicidad, mientras sucedían dos
dualidades opuestas: no estaba aprovechando la belleza de aquel momento, el sol
ya calentaba mi cuerpo y la naturaleza empezaba a agitarse como si estuviera
llegando a un punto de ebullición. El mundo era bello. Muy hermoso. Me
imaginaba al sol recorriendo toda la tierra e iluminando cada rincón del
planeta. Todas las gentes, animales, paisajes que vería desde allá arriba.
Y por otro lado más egoísta, pensaba que no merecía estar
así porque había personas mucho peor que yo. Peor no, a las que en realidad
había pasado algo grave. Yo no tenía motivos para estar así. Ya no.
-
¿Por qué, con todo lo que tengo, no soy feliz?
Me abrumaba esa pregunta. Me dolía. Y comprobaba que mucha
gente cercana a mí se encontraba igual que yo. Momentos puntuales de alegría,
infelicidad de norma. La sociedad había decaído hacia un nunca es suficiente,
hacia un podía ser mejor, hacia un merezco más, hacia… la locura. Siempre se
piensa en el presente, nunca en el futuro. Pero nunca se disfruta el presente,
siempre se persigue el futuro. Vivimos en otra dimensión. La esfera del
pensamiento ha quitado el valor a las cosas.
Estábamos rodeados del silencio, de la niebla, de los
pensamientos, de la oscuridad, cuando mis sueños crujieron. Le relaté todo esto
a la persona que más quería el mundo, y le expuse mi problema.
- - Eso es normal. Yo muchas veces también pienso
que no soy feliz.
Nunca me imaginé aquella respuesta. No quería haberla
escuchado. Yo quería ser la excepción. Yo quería creer que yo tenía un problema
y que era algo aislado. Me entristeció ver que lo que yo sentía lo podía sentir
aquella persona que me refugiaba siempre.
"¿Por qué?" Pensaba yo. "¿Pero por qué? Si lo tienes todo, si eres la mejor persona del mundo. No te mereces eso, quítatelo de la cabeza. Por favor, no quiero pensar que estás así".
"¿Por qué?" Pensaba yo. "¿Pero por qué? Si lo tienes todo, si eres la mejor persona del mundo. No te mereces eso, quítatelo de la cabeza. Por favor, no quiero pensar que estás así".
Y yo mismo me di cuenta de que eso era lo que podía pensar
de mí. Los seres humanos somos estúpidos. Pero los misterios se los dejaré a la
Luna, que para eso sale cada mes a flirtrear y luego desaparece.
¿Cómo había estado tan ciego este tiempo? ¿Por qué nadie me
lo había dicho? ¡Qué estúpido y malo soy!
Pero es que tal vez, no habían llegado a la conclusión que
llegué yo. A mí, yo no me importaba tanto como ver que yo podía estar afectando
a la felicidad de alguien. Pensé en cómo sería el mundo si nos propusiéramos
ser felices para que las personas a las que más queremos se contagien y sean
felices también. Para mí fue como descubrir un secreto.
Así que me propuse ser feliz por ti. Para que veas que SOY
MUY FELIZ y que tú debes serlo también. Que lo que venga, que aquí voy a estar
FELIZ para que tú me veas FELIZ y tú sientas que debes ser FELIZ. Porque así lo
voy a ser yo más aún.
Este bucle que no tiene fin. Empieza ya, porque yo ya lo
estoy.
Sigue tocando el piano
Mientras que me enamoro de tus callos
De tu nariz tan fea
De tu calva
Sigue tocando porque eres lo mejor que me ha podido pasar
Porque sé que eres mi red, mi hogar
Porque sé que eres feliz
Y yo feliz por ti