viernes, 26 de mayo de 2017

Ser feliz por ti

Aquella mañana me desperté a las cinco de la mañana para ver amanecer desde aquel lugar donde habíamos pasado el fin de semana. Habíamos alquilado una cabaña en un parque natural con unas vistas maravillosas hacia el valle. Me puse la chaqueta, ya que aunque era verano hacía mucho frío por la mañana, y más estando a más de 3000 metros de altitud. El olor a hierba mojada por el rocío me preparaba para inspirar los primeros rayos de sol, cuando este apareciera por entre las siluetas de las montañas de enfrente. Me senté en un banco de madera y reflexioné mientras esperaba que se hiciera de día. Los porqués de todo, el destino de la vida, el deseo de volver atrás, y sobre todo, la impotencia del presente.

Los verdaderos monstruos no lo parecen desde el exterior.

Y me sentía estúpido, la peor persona del mundo, por estar en ese estado de apatía, de desgana y de infelicidad, mientras sucedían dos dualidades opuestas: no estaba aprovechando la belleza de aquel momento, el sol ya calentaba mi cuerpo y la naturaleza empezaba a agitarse como si estuviera llegando a un punto de ebullición. El mundo era bello. Muy hermoso. Me imaginaba al sol recorriendo toda la tierra e iluminando cada rincón del planeta. Todas las gentes, animales, paisajes que vería desde allá arriba.

Y por otro lado más egoísta, pensaba que no merecía estar así porque había personas mucho peor que yo. Peor no, a las que en realidad había pasado algo grave. Yo no tenía motivos para estar así. Ya no.

-        ¿Por qué, con todo lo que tengo, no soy feliz?

Me abrumaba esa pregunta. Me dolía. Y comprobaba que mucha gente cercana a mí se encontraba igual que yo. Momentos puntuales de alegría, infelicidad de norma. La sociedad había decaído hacia un nunca es suficiente, hacia un podía ser mejor, hacia un merezco más, hacia… la locura. Siempre se piensa en el presente, nunca en el futuro. Pero nunca se disfruta el presente, siempre se persigue el futuro. Vivimos en otra dimensión. La esfera del pensamiento ha quitado el valor a las cosas.

Estábamos rodeados del silencio, de la niebla, de los pensamientos, de la oscuridad, cuando mis sueños crujieron. Le relaté todo esto a la persona que más quería el mundo, y le expuse mi problema.

-        - Eso es normal. Yo muchas veces también pienso que no soy feliz.

Nunca me imaginé aquella respuesta. No quería haberla escuchado. Yo quería ser la excepción. Yo quería creer que yo tenía un problema y que era algo aislado. Me entristeció ver que lo que yo sentía lo podía sentir aquella persona que me refugiaba siempre.
"¿Por qué?" Pensaba yo. "¿Pero por qué? Si lo tienes todo, si eres la mejor persona del mundo. No te mereces eso, quítatelo de la cabeza. Por favor, no quiero pensar que estás así".
Y yo mismo me di cuenta de que eso era lo que podía pensar de mí. Los seres humanos somos estúpidos. Pero los misterios se los dejaré a la Luna, que para eso sale cada mes a flirtrear y luego desaparece.

¿Cómo había estado tan ciego este tiempo? ¿Por qué nadie me lo había dicho? ¡Qué estúpido y malo soy!

Pero es que tal vez, no habían llegado a la conclusión que llegué yo. A mí, yo no me importaba tanto como ver que yo podía estar afectando a la felicidad de alguien. Pensé en cómo sería el mundo si nos propusiéramos ser felices para que las personas a las que más queremos se contagien y sean felices también. Para mí fue como descubrir un secreto.

Así que me propuse ser feliz por ti. Para que veas que SOY MUY FELIZ y que tú debes serlo también. Que lo que venga, que aquí voy a estar FELIZ para que tú me veas FELIZ y tú sientas que debes ser FELIZ. Porque así lo voy a ser yo más aún.

Este bucle que no tiene fin. Empieza ya, porque yo ya lo estoy.

Sigue tocando el piano
Mientras que me enamoro de tus callos
De tu nariz tan fea
De tu calva
Sigue tocando porque eres lo mejor que me ha podido pasar
Porque sé que eres mi red, mi hogar
Porque sé que eres feliz

Y yo feliz por ti

martes, 28 de febrero de 2017

Como al otoño te entiendo

Pensaba que no era suficiente. Pensaba que era demasiado
Y buscó un plan donde ir. Se inventó una excusa para no ir
Observaba al otoño y lograba escucharlo. Hibernaba su corazón
“Comprenderlo”. Dictaminó el juez
Que era inevitable perder. Sí, era inevitable perder
Desprovisto de ropa interior. Cubierto hasta arriba,
Saltó con la única compañía de su coche. Ya hecho el amor con palabras esa noche,
Y empezó a recorrer kilómetros… Se asfixiaba y no llegaba a respirar
Para dejar atrás una derrota.  Por bucear en su lamento
Para huir hacia la necesidad.   Para eludir responsabilidad
Nada más poner un pie en aquella ciudad.    Se sintió culpable de no echar de menos,
Encontró compañía.       Aunque necesitaba soledad
“Qué coño hacía allí esa belleza”.          “Qué coño hago con mi vida”
Y agradeció a su deidad.     Mientras maldijo su existencia
Ser la atención, ser importante.     Lloró por no poder besarle y amarle
En cierto modo, fue la única estrella.         Porque no estaría ahí cuando llegara a casa
Después de correr desnudo.                De sentirse perdido y sin rumbo
En una noche oscura, sin luna.                                             Ladrón de luces
Solo sin nadie.                                                             “Pronto no me echarás de menos”
Él solo corriendo y aunque se dormía…                                             Necesito correr solo
seguía pisándole para huir a casa.                                               Antes de seguir…
Y estar a salvo.                                                                         No es justo
Creyendo que nada malo cruzará su puerta.              Olvídame antes de que sea demasiado tarde
Aunque fuera inevitable perder.                                      Aunque sea inevitable verte perder
De imaginarse abrazado por sus manos.                                  Rompiéndolo con sus palabras,
En caída como el otoño.                                                                            Juzgando la primavera
Sin creer en mí.                                                                                                      Sin creer en mí.

miércoles, 1 de febrero de 2017

El viento siempre de frente

El viento siempre de frente
Y siempre el rastro detrás.
Velero solitario en un mar paradisíaco,
cargado de historias,
cargado de tesoros,
y sin puerto al que llegar.

Solo rastro, solo camino, solo viento que vencer.

Y tienes el poder
de ver cómo se hunde
lo ves cómo se hunde
observabas cómo
mirabas cómo
delante tuya, joder.
Y yo iba en él.

Segunda navegación
donde la voz mudé
para no perecer a tu pasividad
donde enmudeció mi piel.

Y el rastro continuó,
rompiendo huellas en el mar.
Por donde pasó,
ya nada fue igual.

Fui demasiado lejos
Al rezar sobre mis rodillas.
El viento siempre de frente,
y sin desembarcar.