jueves, 29 de diciembre de 2011

Eden

No voy a decir que 2011 se acaba, sino que empieza 2012. Porque no hacemos borrón y cuenta nueva, acumulamos lo vivido año tras año.
No sé cómo resumir mi año 2011. De verdad, mi vida es muy activa. Será porque mi vida se mueve entre dos esferas (mundo exterior, mundo interior) que a veces se tocan, a veces una empuja a la otra...
Il y a
Este año me deja un sabor de boca que me recuerda:

al saber adaptarme a todo tanto a lo bueno como a lo malo,
el no tener miedo a tomar una decisión y a decir que NO,

a ser un poco más independiente,
y a saber que soy dependiente de ciertos factores de mi vida;
tant de gens

a estar siempre dispuesto con una sonrisa para que tú tengas otra sonrisa,
a conocer cada día dónde están mis debilidades y dónde están mis fortalezas.


A saber que mi vida es bonita porque vosotros estáis en ella.


A tener mis momentos de frikadas y sacar de una insignificancia una ocurrencia, no buscando sólo hacer reír sino sentir bien a las personas.
A tener mis momentos más interiores, ya sea yo solo, con mi cuaderno de bitácora, o compartiéndolo con las personas que lo merecen.
A intentar tener muchas facetas y una personalidad adaptable y polivalente, siempre con mi firma y mi carácter.
A dejar la rutina a un lado, y hacer siempre algo diferente, exprimir la vida; y sabiendo que la rutina estará ahí cuando la necesito.
Porque he tenido momentos de ir solitariamente por la carretera a las cinco y media de la mañana mientras que la luna llena marca mi sombra y ningún coche se me cruza; y
momentos en los que un abrazo me hacía sentir con esa persona como si fuéramos una sola.
qui attendent

Porque sí, no soy tan maduro como creo que soy.


Porque poco a poco voy descubriendo al mundo, o tal vez es el mundo el que poco a poco me va descubriendo a mí.

Una frase que escribí en París, a las tres de la madrugada. "No olvides nunca cómo te has sentido en París... El futuro que se abre ante ti".
O algo que escribí en Barcelona, como "Yo soy así. Tendré mis cosas buenas y mis cosas malas, pero así es Miguel Borja."
toute une vie
No se me ocurre darle a este texto ninguna forma, ni ordenar las ideas, ni nada del estilo. Lo dejaré así porque así es como mis manos lo han tecleado.

[Sarah Brightman - Eden]
http://www.youtube.com/watch?v=CiAsiblEvB4

... que j'attendrai

lunes, 12 de diciembre de 2011

Un tren por Tarragona

Un niño y una niña se encuentran en un tren. Ambos cambian de espacio físico, mismo destino, diferentes motivos.
Empiezan a hablar.

La niña dice que su padre sufrió ayer un accidente, y tiene que ir a verlo al hospital donde previsiblemente pasará una buena temporada. Casi muere su padre. Le ha pasado lo peor, su contexto es gris, oscuro, pero se siente la más feliz porque su padre se ha salvado. Ha conseguido de la nada, vida.
Sus ojos recuerdan un vidrio que cae y se despedaza alegremente en mil partes.
El niño siente cómo la sangre se acumula en sus mofletes y se pone poco a poco más rojo.
Su contexto es bien diferente. Viaja por placer, tiene el sol en el día, tiene el mundo delante de sus ojos. Pero él mira hacia el suelo, la tierra se le mueve a sus pies, las estrellas le explotan. Para él, sin el amor de su chica, es como el último día en la tierra. El mundo se le acaba.

Ambos se miran, mientras saben que sus destinos físicos coinciden pero su visión es divergente. Viven en mundos paralelos que no se tocan.
Y esta historia no pretende tener un final en el que el chico se dé cuenta de lo realmente importante en la vida; en esta historia no aprende nadie o aprenden los dos.
Porque los dos saben valorar, y mientras uno dice
Empieza una nueva vida, una nueva oportunidad
,
Otro escribe
Esperaré... porque independientemente de todo, siempre estaré ahí... porque te amo. Porque aunque digan que no es bueno para mí, quiero verte, quiero que me sientas cercano, estar para cuando lo necesites, compartir algún momento... éste es un amor incondicional... siempre, aunque no me convenga, por ti...

Un principio conlleva a un final.
El mundo ni empieza ni se acaba, el mundo está ya ahí; o simplemente no está.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

4.23

Al borde del mar, el viento del invierno se alza y huye.
Tengo una flor que resiste los inviernos más duros.

Una noche blanca, una luna que no cabe en el cielo, y yo camino en la oscuridad. Llego y estás allí, en el piano.
Tocas mi canción. Cada tecla que pulsas, cada nota del piano, retumba en mi pecho. Y parece que marcan mis latidos, tú me controlas indirectamente.


-Make a wish

Get on your knees..


Y de nuevo, siento que diriges mi corazón con el piano. Mis pálpitos son cada vez más fuertes, tú tocas la melodía. Cada nota se clava en mi pecho y retumba, incluso en mi nuez.
Mis músculos se tensan o se relajan, no sé qué hacen, se vigorizan y se exaltan, al paso de cada nota por arriba y por abajo del pentagrama.
Provócame un ataque. Y lo haces, sabes cómo hacerlo.
Ese crescendo que termina conmigo, y que me deja en trance.

Gracias por ese ataque al corazón que me has provocado.


4 minutos y 23 segundos. Susie Suh - "All I want".

jueves, 24 de noviembre de 2011

La Luna en los labios

Es una pregunta que nos ronda la cabeza, ¿a dónde tenemos que ir?
Es el destino el que nos lleva...
De aquí para allá, siguiendo las señales.


Los dos niños piensan esto mientras corren y exploran el bosque. Están de campamento, pero se han escapado para sentirse unos aventureros.
No saben muy bien por dónde ir, pero les da igual. Sienten que pueden cambiar el mundo, que cada paso que dan están más cerca de otro lugar, así que siguen y siguen...

No saben por dónde ir, se dejan llevar. Una mariposa que se vuela y viene y se sienta en la uña de su dedo y el niño se asombra y piensa por qué será el elegido y se le hincha el pecho y se siente alto a pesar de tener once años y medir poco más de metro y medio y exclama: "¡¡¡Eh mira qué tengo!!!" y lo hace todo sin pausa y seguido, como este texto, porque le falta la respiración y se ha subido en una espiral que le levanta los pies, le aprieta el corazón y le levanta la barbilla.

Y la mariposa no se entera de nada, pero sabe que ha sido capaz de crear magia. Eso es magia... un pequeño detalle que tiene la potestad de significar una espiral.

El insecto despliega sus alas, y los niños la siguen, cogen todito lo que tienen, y no miran atrás. Andan caminos que se esfumarán una vez andados.
Hasta que se hace de noche, empiezan a sentirse temerosos, a imaginar que en el bosque hay lobos y demás criaturas, a pensar que el cielo se caerá sobre ellos.
Pero su miedo es parte de su aventura, así que emprenden su camino, mientras no ven, mientras se dan la mano, mientras dicen "ya estamos casi, no mires abajo" o dicen:
-Salta.
-No puedo.
-Salta, confía que puedes.

Y sabían que sólo ellos estaban viendo el bosque de noche, nunca habían visto las luciérnagas resplandecer de aquella manera, o ver el cielo descontaminado mientras estaban tumbados, tener la sensación de que si se levantan se darán con la luna en la cabeza. Medir metro y medio y tener la luna en los labios. Eran los reyes del mundo y en ese momento nada podía contradecirles.








Varias vueltas al sol más tarde, los dos amigos se encontrarían por casualidad.

Atrapados en una conversación distante, como la de conocer a un extraño una noche...
Es una mirada de seda que no necesita palabras. Ese gesto olvidado, que me sé de memoria.

-Por favor, un café y un té.

Y se sentarían en un rincón, calentándose las manos mientras afuera llueve.

Una hilera de farolas en la noche que alumbran a la gente que pasa.
El sentimiento de ver cómo tienes la sombra detrás, y va pasando poco a poco a estar delante. Y luego vuelve atrás. Sentimiento de que la vida no es redonda, sino circular.

Cuando eran pequeños, les encantaba saltar en las baldosas, simulando que son rocas rodeadas de lava.
Les gustaba construir un refugio para las hormigas.
Radiaban expresividad, emoción, originalidad... sentían que de ellos dependía el mundo y ellos podían hacer todo.

¿Por qué ahora no podían sentirse así?
Seguían siendo ellos. Tenían todo eso y más. Podían hacer todo eso y más.

Como por accidente, una luciérnaga pasó entre ellos. Se miraron y cayeron en la cuenta
Todos tenemos nuestras propias máquinas del tiempo.
Algunas nos llevan atrás, se llaman recuerdos.
Otras nos llevan adelante, se llaman sueños.


Aquella noche, recordaron cuándo el tocar la luna era un propósito y no un sueño.
Aquella noche, después de la lluvia, el cielo era un espejo y las estrellas estaban haciendo el amor.

martes, 15 de noviembre de 2011

Let me rule the world

Tengo la necesidad de escribir.
Hace tiempo que no lo hago y siento que me falta algo.. Intento buscar esa inspiración que me viene de una canción o una panorámica. Busco mi espacio, mi sonido y mi té, pero mi mente tiene interferencias, y mi mano sólo acierta a escribir cosas que no sé si tienen un 0% o un 100% de sentido...

La luna marca sus sombras. Carretera solitaria. Hay mucha luz. Me siento solo, no hay nadie a kilómetros de mí.
Desierto.
Privilegiado por estar expuesto a la luna. Figura de serenidad y luz. Figura de esconder nuestros secretos en la cara oculta.
El mundo lo sabe, salvo que nadie, sólo tú y yo..

Cuando lo raro y sorprendente es la norma, quizá la mayor exclamación sea un final común.

lunes, 31 de octubre de 2011

Sabía lo que tenía que hacer cuando oí tu canción

No cree en las supersticiones, pero sí cree en las señales que el mundo le envía.
Ella sabe que hoy será un día malo. Hay días en los que todo va bien, pero hoy no es el caso. Una fuerza mayor le dice que hoy su novio vendrá enfadado, que entrará por la puerta tirando las llaves. No la saludará, pero cuando se encuentre con ella, la mirará con desprecio porque ella es feliz.

Así que ella se prepara. Se rodea de un mundo oscuro, y coge algún objeto para hacer percusión, lentamente, marca un ritmo y está en silencio, y poco a poco se sumerge en un estado en el que ella baila sus brazos en silencio, pero en su mente las percusiones caen como gotas de agua de un grifo que derrocha agua; o de un corazón que derrocha vida.

Así que las llaves golpean el mueble del recibidor, espera que la puerta se cierre y la encuentra con la mirada veinte centímetros por debajo de donde debería estar.

Porque no le queda nada, y espera. Oye su canción, y de repente se ve envuelta en un mar de brazos que la rodean. Propiedad adjudicada. Se deja llevar. Un mano que cae en su cara, sube enredándose por su cuello hasta el pelo. Le mesa el cabello mientras le muerde un poco el hombro. Le aprieta el pecho y ella adora el momento de sentirse poseída.

Nada más que decir, llévate mi aliento, susúrrame lo que pienses, átame, nadie lo hace como yo.
No tengo fuerzas, pero hazme pedir más, que se caigan las paredes, pégale a una puerta, hasta saber que oyes mi grito.

Hasta que todo termina, y desea que el próximo día no sea así.

El amor era tan cruel que ella quería irse.

Mientras que poco a poco se iba alejando. Un encontronazo de unos segundos bastó para que una señal le llegase: acércate a él, te irá bien.
Así que mientras que su marido no estaba en casa, subía al tercer piso para encontrarse con el vecino. Y cuando volviera diez minutos antes, se le cambiaría la cara, adaptándose al mundo lúgubre-agresivo-necesitado-erótico del marido. Aprendió a fingir, pero no a tener una doble vida. Eso no era vida. Esto era vida.

No sabía lo que era el amor. Le llenó el corazón de un beso.
Le dio libertad. Le dio sensualidad antes que sexualidad.


Llegó el día en que el vecino debía marcharse a otra ciudad.
Su doble vida se acababa. El vecino le había enseñado grandes cosas, pero ella sabía que hasta ahí habían durado, los estímulos del mundo le decían que no era el elegido. Así que tenía dos opciones:
-Volver a su vida anterior, ahora que era más fuerte. Poder enmendar todo y estar al mismo nivel.
-Seguir al vecino aun sabiendo que no tenía mucha proyección.

Al final, optó por irse sola, tomando lo bueno y lo malo de todas sus experiencias, respirando. Porque aunque nos gusta saber lo que vida nos tiene preparado, ella era más fuerte que nadie.

viernes, 14 de octubre de 2011

Oí tus sueños hacerse realidad.

Oí cómo mi sangre forma cristales de hielo y mi corazón agota su último latido.
Oí una lágrima abrirse paso por mi cara,
y oí tus ojos abrirse, empaparse,
y te oí decir
Te quiero, pero lo siento.
Y supe que él caminó en su vereda feliz, mientras su sueño se hacía más real en este mundo cada segundo que pasaba. Pero también sabía de la tentación de mirar atrás y dejarlo ahí.
Quizás el sueño sea un sueño mientras no se tiene..
Quizás el sueño es lo inalcanzable.
Quizás el sueño sea comparable a una noche de Octubre, con luna llena, tendido en la playa mientras observas que ahí está Venus, casi se tocan pero no están juntos.
Ambos brillan y pasean por la noche, uno en la playa boca arriba; otro en el cielo boca abajo.
Como si la Luna quisiera dar un paso más y hacerse planeta.
Como si Venus quisiera estar más cerca.
Y ahí haciéndose compañía, unas veces cerca y otras lejos, se dirán:
Oí que ayer fue el día de tu vida
Oí que mis sueños también pueden hacerse realidad.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Susurros de una canción no escrita

Sólo deja ya de sufrir,
no, no,
empieza ya a vivir...


Aisha y Kristina se conocían desde el colegio de primaria y desde entonces habían sido las mejores amigas. Desde pequeñas lo habían hecho todo juntas: pasear, bailar, componer la típica canción.

-Nana na-na na na na náaa... algo así?-entonó Kristina.
-Sí, sí, ¡me gusta mucho Kris! Pero que acabe en i, que sea más agudo.
-La letra es lo complicado, Aisha. Es que no se me ocurre nada...Sólo deja ya de sufriiiiiiiiir.
-Pero esa frase es fea, yo quería algo como "Oye mi corazón, vamos a bailar", ¿sabes? Más de fiesta.

Aisha recordaba esas notas nunca escritas en papel en su cabeza. Era como un hilo musical que ahora estaba dándole al play, mientras ella sacaba su cabeza por el alféizar de la ventana, sintiendo el frío de noviembre en sus pómulos.

Sólo mira a tu alrededor,
verás cuánto amor hay por ti.


Contemplaba los tejados de las pequeñas casitas de su pueblo, madera marrón manchada con pequeñas motas de nieve. Se quedaba ensimismada siguiendo con la vista el trazado del río, curvilíneo y angosto hasta llegar al lago.

He contado los días sin oír tus pasos.

Hacía ya cinco años de la última vez que habló con Kristina. No sabía muy bien si estaban peleadas o no, simplemente desapareció. No se distanciaron por problemas de la universidad, ni de novios, Aisha ni estudiaba ni tenía pareja, y su amiga era igual que ella.

Ella, que siempre había estado velando por su amiga, ocultándole hechos y palabras que pudieran dañarla. Si Kristina se peleaba con alguien, Aisha le decía: "Bueno, no lo tengas en cuenta, seguro que quiere verte de nuevo, dale otra oportunidad al chico, no pienses sólo en ti misma". Cosas por el estilo.

Kristina siempre la había agradecido, pero también es cierto que llegó un momento en el que ella se sentía siempre culpable de lo sucedido. Aunque la otra persona realmente se hubiera portado mal con ella, su amiga le instaba a perdonarla.
Un día desapareció del lado de Aisha, quizá para no tenerla como angelito de la guarda y poder tomar ella sus decisiones y responsabilidades.

Desde entonces, Aisha dejó de dar consejos. Hacía caso a los demás. Aisha había transformado ese don de transmitir sentimientos a ser como una esponja, que absorbe, un embudo que recoge hacia un agujero en su interior.

El panadero pasaba por las puertas de las casas del pueblo y dejaba el pan colgado del picaporte. En ese momento, su hermano irrumpió en la habitación.

-Hermana, prométeme que no se lo vas a decir a nadie.
-Prometido, Ivan.
-He visto a Kristina--dijo cabizbajo, mirando al suelo.

Aisha no sabía cómo reaccionar, saltó y se puso al lado de su hermano.
-¿Dónde?¿Cuándo?¿Has hablado con ella?

Ivan no contestaba y miró avergonzado a su hermana.
-Al lado de la estación de tren, ayer por la noche.

No daba crédito a lo que acababa de oír. Podía esperarlo de cualquiera, pero no de su hermano. ¿Cómo él...? Siendo un chico tan respetuoso, honesto y responsable.

-A ver, Ai... Yo no estuve con ella. Pasé por el callejón, porque bueno, son cosas personales. Cosas de hombres, no lo entiendes. Pero no te pido que comprendas eso. La vi de lejos, pero era ella. Está totalmente cambiada, lleva el pelo muy corto, casi rapada. Muy alta, o eso me pareció ver. Aunque claro, no me fijé si eran tacones o no.

-¿Con qué frecuencia vas allí?¿No la habías visto antes? Ivan...tú que eres guapo...¿por qué vas allí? Tendrás fama...

-Ai, cariño, ya te lo explicaré algún día. La llevo viendo desde hace meses, pero te juro que nunca me he acercado a ella. Ayer la vi subirse a una furgoneta, y por eso me llamó la atención.


Aisha salió de su casa dirección al lago. Se sentó en un banco y empezó a llorar.
Su hermano era un putero, y su mejor amiga, una puta. No lloraba por odiarlos, sino por sus situaciones. ¿Por qué el mundo era así? Su amiga era una mujer que vivía de su cuerpo y se exponía cada noche al peligro. No se la tenía en cuenta, a efectos prácticos era considerada no inteligente. Seguro que estaría inmersa en una espiral tóxica. Y su hermano, siendo guapo, inteligente, el más adulado por la familia, gastaba su tiempo en sexo barato, temía que su hermano no encontrase la felicidad.

El mundo era un lugar feo, de paso, seguro que habrá algo después de la muerte, porque esto no es vida.-pensaba la chica. El malestar se transmitió a ella, no encontraría trabajo, no tendría aspiraciones, sólo ver cómo el tiempo pasa, cómo de la misma estación de tren se va un tío suyo que no volverá jamás y cómo llega un joven para encontrarse con su amada y dar vida.

Esa noche, fue a la estación de tren con el propósito de rescatarla de ese mundo, de reencontrarse como amigas. Esa misma noche, cuando Kristina le dijo:-No sé quién eres, si quieres algo tendrás que pagar el doble por ser lesbiana. Y Aisha retrocedió poco a poco, sin apartar la vista de su amiga, mientras adivinaba en sus ojos que en verdad sí la conocía, pero no quería que la descubriera en lo que se había convertido.

Necesitaba hablar con su abuela, así que se acercó al monte donde se hallaba trabajando en el campo. Desde allí arriba se veía todo el pueblo con sus cúpulas verdes oxidadas, la mañana era blanca y le transmitía paz.
Mientras las palabras salían de su boca, la tez de la abuela iba empalideciendo, y cambiando su permanente sonrisa a un gesto rectilíneo, casi invertido.

-Aishita mía, cariño. Yo sentía lo mismo que tú a esa edad. Pero el mundo es bonito, plántale cara con una sonrisa. El mundo lo haces tú. Si sonríes, tu mundo sonríe. Mientras tu onda sea una positiva, te rodeará la sonrisa.

Y le sonreía a su nieta. Hasta que se fue, y su boca se encogía hacia dentro.
Aisha volvió la cabeza y se sintió como el día que le dijeron que los reyes magos no existían. Un mundo mágico que se torna en lo puramente humano- en la imposibilidad de ser algo superior.

Pero ella seguiría la filosofía de su abuela, aquella filosofía de un lunes.
Aquel lunes por la noche cuando Aisha fue a la estación de tren, y pasó sonriéndole sin pararse.
Y aquel otro martes, cuando Aisha pasó sonriendo y le dijo: Hola, hace frío, si quieres te invito luego a mi casa. Y quedarían como amigas, pero como nuevas amigas. No había nada del pasado, sólo sonrisas y un volver a conocerse.
Y Aisha seguía yendo a la estación de vez en cuando, para ver cómo iba Kristina. Ella sería su amiga y le sonreiría. Ella decidiría su vida nueva, sus razones tendría.
Y aquel otro jueves, cuando en uno de esos paseos, vio a su hermano Ivan en el callejón adyacente, pero con un chico. Y se besaban.

-Aisha, por favor, acéptame y guárdame el secreto. Ya te lo presentaré.

Y Aisha le sonreiría y le diría:

-Ya lo sabía, tonto.


Pero aunque prohibido esté nuestro amor
no te dejaré, nunca me dejes, no,
aunque me cueste morir mil veces,
no me importa nada, los límites los marco yo.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Una llave roja y azul

Sus ojos almendrados tienen la mirada perdida
Los contornos de sus párpados no se mueven ni un milímetro
Están fijados a su posición
Sin embargo, sus pupilas titilean, se rompen en pequeños cristales
cada vez más y más pequeños, hasta que se hacen agua.

Su rostro está fijo pero inquieto,
es una contradicción o una convergencia masiva de órdenes de su cerebro.

Su nariz parece que se arruga,
sus orificios se hacen más y más grandes.

Poco a poco se hace viejo, arrugas en la frente,
en el moflete, múltiples hoyitos en la barbilla.

Las palabras no aciertan a salir de su boca, se deshacen en fonemas
con la rapidez de la conversión espuma-agua.
Espuma efímera, nacida de emociones, de fuerza, agilidad, movimiento.
La ilusión que acecha en la puerta, que se asoma
pero que se deshace y vuelve a ser lo que era:
horizontalidad, quietud, frialdad, ausencia.

Su cabeza se agacha al mismo tiempo que sus dientes se aprietan más y más,
siente cómo sus superficies se alisan, rasuran, duelen, encajan.
Van encontrando el equilibrio, su equilibrio.

Observa su mano cerrada, apretada,
que no responde de tal esfuerzo al que la está sometiendo.
Parece que va a desistir,
mientras se desangra su palma,
mientras siente dolor, pero expulsa
rabia, impotencia, inconformidad, incredulidad.
Mientras da el último adiós al candado, abre la mano,
lo cuelga y recoge la llave pintada de letras azules
e impregnada de rojo.
La almendra se moja.
Mientras se cuelga la llave cerca del corazón.
Mientras siempre.
Mientras él exista.

lunes, 25 de julio de 2011

Dedos de seda. (2/2)

Cuando toca el piano, camina entre las páginas del día arrastrándolas con la corriente de sus yemas. La imagen de su cara, que parece desvanecerse en el espejo. Se refugia en un piano blanco que la protegerá, aunque no sea una chica pura, como un vientre que protege a un niño. No más lágrimas, pero sí rabia e ira.

Porque es frágil y fuerte en su camino. Ella ha sabido continuar con su vida, sobreponerse a las adversidades y tener un papel en el mundo, por pequeño que sea.
Porque ella sabe que tiene un don para la música, que sus manos bailan en las escaleras de marfil, que su corazón levita sobre las superficies alternas blancas y negras.
No es que sea vanidosa, pero le gusta saber que el vecino la observa por las noches. Útil: así se siente. Por eso, guarda su mejor técnica para este momento; cuando a mitad de noche se levanta y se sienta en su banqueta blanca. Es luz ardiendo en medianoche.
Le sobrevienen recuerdos a la mente. No necesitaba estar en un prado con flores y un sol radiante para ser feliz. Le bastaba con estar en su habitación, con una lluvia matutina para ponerse de puntillas y encoger el cuello, y sentir el tacto de él haciéndole cosquillas, y ella elevándose, formando cada vez más arrugas, cerrando los ojos, sonriendo, hinchando el pecho.
Que luego vendría el accidente de coche, donde no recordaba qué pasó exactamente. Quiere evitar el recuerdo de ver todo destrozado, y cómo un amigo suyo le tapa la nariz a otro, hasta que cuenta un minuto.

Un día envió una carta al chico que la observaba desde su ventana, invitándole a ir a casa.
En cuanto llegó, comenzó a tocar "Comptine d'un autre été". Porque frágil y fuerte era ella, sabía que desde el accidente, había perdido la memoria. No recordaba a las personas. Las interferencias se colaban en sus pensamientos como el agua omnipotente que se escurre por cualquier rincón.
Entregada al piano, observaba a la vez cómo el vecino se quedaba inmóvil detrás de ella.
En verdad, había algo en él que le sonaba familiar.
¿Será él quien la hacía levitar de felicidad?
Sí, es él.
¿Es él?
¿O fue quién contó un minuto?

Cuando toca el piano, camina entre las páginas del día arrastrándolas con la corriente de sus yemas. Le basta con estar en su comedor, a medianoche, para ponerse de puntillas y encoger el cuello. Se refugia en un piano blanco que la protegerá, aunque no sea una chica pura, como un vientre que protege a un niño. Sentir el tacto de él haciéndole cosquillas, y ella elevándose, formando cada vez más arrugas. No más lágrimas, ni rabia ni ira. Cerrando los ojos, sonriendo, hinchando el pecho.

sábado, 23 de julio de 2011

Una corbata de seda. (1/2)

Sus manos acariciaban las teclas como si recorriera la piel de alguien.
Sus dedos se zambullían en el aire como una juvenil pasión desenfrenada.
Toda ella mimaba al piano, tocaba las teclas que producían el sonido más exacto y exquisito, sabía lo que tenía que hacer para conseguir el placer.

Todas las noches, él se arrimaba a su ventana para verla tocar el piano blanco. Se hallaba prendado de aquella situación. Su banqueta también blanca, protegida con un pequeño cojín donde se sentaba la chica.
Ella sabía de su existencia, pero no lo miraba.
El chico vivía una vida ajetreada.
Viajaba mucho, por motivos de trabajo.
Sus padres estaban divorciados, también tenía que ir y venir de sus respectivas casas.
En el terreno amoroso, había tenido bastantes parejas. Empezó creyendo en el amor único, pero cuando se dio cuenta de que lo utilizaron, comenzó a utilizar a las chicas igualmente.

Su vida era un ir y venir de un lado a otro, de una situación a otra. Pasar de momentos de agobio al relax. Del placer al odio. Del sentirse querido al encontrarse solo aunque estuviera rodeado de gente.

Todo eso cambiaba cuando estaba en su piso nuevo. Contemplar a la pianista le hacía salir de su mundo y ver todo desde fuera.

Su habilidad de observador en la oscuridad quedó descubierta: le llegó una pequeña carta procedente de su vecina. Le invitaba a ir una noche a su casa, para oírla tocar. Cuando él quisiera, esa era la rutina de ella.

Un día que llegó del trabajo, fue a su casa sin ni siquiera cenar. La puerta estaba entreabierta. Pasó hasta la habitación y la encontró a ella, tocando "Comptine d'un autre été".
De pie, sin soltar su maletín, se desabrochó el primer botón de la camisa y se desaflojó la corbata.
Si todo fuera como él quisiera...
Quizá llegaría al clímax. Pero quizá si lo tienes todo, no sabrías que hacer primero para mantenerlo todo y no perder nada; y también por la incapacidad de sentir un momento especial sobre los demás momentos. Él se había dedicado a aguardar a la noche, para verla tocar. Era su gran momento del día.
Eso YA le daba un sentido a su día a día.

Cada percusión grave del piano le retumbaba en el pecho.

Sus manos acariciaban las teclas como si recorriera la piel de alguien.
Sus dedos se zambullían en el aire como una juvenil pasión desenfrenada.
Toda ella mimaba al piano, tocaba las teclas que producían el sonido más exacto y exquisito, sabía lo que tenía que hacer para conseguir el placer.

martes, 28 de junio de 2011

Recuerdos de amor y arena

Y por un momento, se sintió bello. Sintió en su interior como un "todo va bien", sintió que esos sentimientos que había enterrado bajo la arena hace años, volvían a superficie. En verdad, lo amaba desde siempre, y no podía evitar la envidia, la impotencia, la frustración, el "yo no pinto nada aquí", el "me voy + excusa".
Por ello, cualquier palabra agradable le daba un mundo. Y más si era cariñosa. Me da la vida tanto que me tengas cariño... porque sé que tus emociones son verdaderas: y al igual que sé que me tienes mucho cariño, sé que no hay nada más.
Es estar separados por una barrera intangible, invisible, pero que quizá a otra frecuencia lumínica sí se vea.
Es algo que llevo en mi cartera para siempre: personal, de mis pocos objetos que son parte de mi vida. Algo que nos une, proyecta energía y amistad; pero que a la vez se separa. Son dos brazos que se buscan, estiran las manos para tocarse, pero que saben que se van a soltar, pues la realidad manda en este mundo.
Pero no manda en mis sueños, donde eres mío. Y como paso más tiempo en el mundo de los sueños que en la vida real, eres mío definitivamente.

Un cuardenillo de tapas rojas parece que me habla, y quiere salir de su escondite.

Si sólo pudiera decir
que mi corazón está ardiendo
si tuviera una salida
toda mi vida organizada en torno a ti
y todo se va
eres el recuerdo que enciende mi mente
te recuerdo en tantas ocasiones..en todas
en todas las noches, tan oscuras
y tantas cosas me recuerdan a ti...

martes, 7 de junio de 2011

Just being close to you, sharing the air with you
Even if we're just friends, still, it's too hard to resist
There's always a question in my mind. I want to know your feelings.
I just can't tell you how much I love you
I know I'm just no one
I know it can't be possible
There's no hope for me, no matter what
Since you have nothing to do with me
No matter how hard I've tried, you wouldn't love me
And soon, all my hopes will be faded away.
Even if I love you this much, it's just meaningless to you.
I'd just been hoping too much that someday you'd love me too
Despite the fact that it's impossible, and I'm not the one for you
it's still okay. Let me just keep you in my heart till the time ends
Don't know how long it will take for me to erase you from my mind
Don't know when I will be able to love again.

lunes, 23 de mayo de 2011

Što ti radiš ovdje? Ništa, ja hodio.

¿Qué coño haces aquí?

-Nada. Caminar. Déjame.


Y prosiguió su marcha lentamente, observando cada píxel que lo rodeaba. Estaba descubriendo al mundo; o mejor dicho, el mundo lo descubría a él.

martes, 29 de marzo de 2011

The time of our lives

Dicen que cuando se es mayor, el tiempo de tu vida más feliz se asocia a tu juventud.
Sólo quiero deciros que gracias por estar ahí y compartir tantos momentos conmigo. Esto que estamos viviendo ahora lo recordaremos luego y querremos volver a este tiempo. Mientras tanto, a disfrutar.
Porque los buenos momentos son incontables, tanto lo más planeado como lo más insignificante y cotidiano; y los malos momentos hacéis que pasen enseguida.
Smile, amig@.
Os quiero.

sábado, 19 de marzo de 2011

Algo en ti huele a vainilla

Sale de La Casa con su pañuelo dado una vuelta y media alrededor de su cuello.
Se sienta en un escalón del portal de su chalé. Para ella, "La Casa" se circunscribía a su habitación: allí donde estaba segura, donde se quitaba los zapatos después de un largo día y sentía como si estuviera caminando en una nube.
Hace bastante tiempo, solía pensar que siempre dormiría con los pies descalzos, que eran mucho más sexys. Ahora, duerme siempre con calcetines. Quizá alguna vez se quita alguno poco a poco con la ayuda del otro pie.
Sí, no era la misma. Había descubierto el amor y el desamor; la vanidad y el sexo: el dolor frío y caliente, la (im)perfección.
Ella era Vainilla.

Un mensaje le llega a las diez de la noche.
"Podrías estar a las diez y media en mi oficina".

Sin preguntas, sin rodeos. Un mandato condional, pero cuya respuesta sólo podía ser sí. ¿Y qué respuesta? Ni eso. No le han preguntado nada. Se daba por hecho que estaría allí.

Era la experta en sexo y parecía que daba clases de ello. Todos querían conocerla.
Lo que la gente no sabía, es que ella no sabía nada. Iba inventando sus cosas, descubriendo cada vez cosas nuevas. No había empezado en ese mundo por voluntad. Lo había hecho porque no le quedaba otra opción: lo necesitaba.
Estaba harta de ser la pobre, indefensa e ignorante chica buena. Sí, ahora se darían cuenta de quién podría llegar a ser. Ésta soy yo.

Lo que años atrás le hubiera parecido sacado de un relato jocoso, lo sentía ahora en su cuerpo. Las rodillas raspadas y amoratadas, algunas zonas del cuerpo enrojecidas a modo de inflamación, sangre esporádica.

Ésa era ella. Pero no se sentía bien. Dicen a menudo que lo lejano se recuerda más feliz. Se supone que el tiempo borra antes los malos recuerdos que los buenos.
Poco a poco fue volviendo atrás en el tiempo. Sus anteriores parejas las veía como buenas. Ella creía haber tenido la culpa siempre de todo. Siguió retrocediendo hasta llegar a su infancia. Pensó que era la mejor época de su vida.
Cuando lo más bonito y tierno era un dibujo mal hecho. Cuando no importaba nada más.

Así pues, combinó su vida con la vida que deseaba llevar.
Volvía de un bar, la recogía su hermana.

-¿Qué tal ha ido? Oye, ¿hay rotuladores en la casa?
-¿De color?
-Sí.
-Se me han perdido.-decía, y seguía caminando dos metros por delante, con la mirada en el suelo.


Volvía a La Casa, impregnaba con su colonia dulzona su pañuelo y aspiraba el olor. Daba una o dos vueltas del gusto, hasta que siempre tenía que adelantar el pie derecho porque perdía el equilibrio. Se había propuesto encontrar la imperfección total.
Puesto que ella había creído caminar hacia la perfección, que le había traído una vida que no le gustaba; se dedicó a buscar lo imperfecto.
Hacía un dibujo mal hecho, a drede. Sí, está mal hecho, pero peca de forzado. No, no es perfecto obviamente, pero no es imperfecto del todo.

Cierto día, un chico trató de ayudarla. Ese cierto chico la había querido desde siempre, y cada vez la conocía mejor. Sin mediar palabra, se apuntó a la moda de encontrar la imperfección. Cuando coincidían charlaban:

-Fíjate, esa plaza adornada con flores. Está bonita, pero no me gusta, está demasiado pensado.
-Sí, tal vez si estuvieran desordenadas las rosas estaría más bonito.
-En efecto, tanto orden pierde veracidad.

El chico trató de dibujar el dibujo perfecto para ella.
Un día le llevó un sol con una cara sonriente.
Sí, no estaba mal, pero no era lo que buscaba.

Al siguiente día, dibujó al sol unos mofletes sonrojados y unos rayos más variables en extensión y trazado: rectos, curvados.
Sí, había mejorado, pero no, no era auténtico.

El chico se desmoralizaba.
-Cuidado, no te dejes embelesar por el aroma de la vainilla. Es cautivadora, estimuladora, afrodisíaca, pero en exceso es peligrosa.-le dijo una vez su abuela.

Había encontrado la solución. Ya lo sabía, y sí, daría en el clavo.
Se acordó de cuando se conocieron, y de cuando ella le mostró su cajita de los recuerdos. Había un dibujo allí de cuando ella era pequeña.
Una tarde, sin que se diera cuenta, buscó y cogió el dibujo.
Se lo llevó a su casa, donde lo calcó; y el original lo puso en su sitio la tarde siguiente.

Ya tenía el dibujo calcado, coloreado con otros colores, pero en esencia era el mismo. Estaba preparado, pero hacía falta algo más.

-Tengo que hablar contigo. He encontrado lo que querías. Esta tarde voy a tu casa.

Se presentó en La Casa, y le entregó una funda de plástico. En ella, un papel en el que decía:

Sé que no soy nadie.
Sé que no puede ser posible.
No hay esperanza para mí, no importa. No tienes nada que hacer conmigo.
No importa cómo lo intente, no me amarías.
Y a pesar de que es imposible, y que no soy el indicado para ti, déjame guardarte en mi corazón hasta que el tiempo acabe.
No sé cuánto tiempo me llevará el borrarte de mi mente.
No sé cuándo podré amar otra vez.

En la parte de atrás, reconoció el dibujo más bello que había en la faz de la Tierra: el que ella había hecho cuando tan sólo contaba dos años de edad.
Una casita con el tejado triangular rojo, inclinado hacia la derecha. Un prado totalmente rectilíneo con tres árboles a la derecha. Un sol que sonríe y se sonroja, y que lanza sus rayos irregulares sobre el resto del folio.

Sus ojos se abrían poco a poco. Su iris parecía temblar de arriba a abajo, mientras que sus labios quedaban separados por unos escasos milímetros. Se le formaba una pequeña arruga en el moflete, entre la nariz y el párpado inferior.

Lo había conseguido. Lo amaba. Sí, esa reacción que había provocado en ella precipitó sus sentimientos en él. Lo amaba.

Sin embargo, él se hallaba inmóvil.

Algo en él huele a vainilla.

Ella trató de animarlo, felicitándolo y sonriendo por primera vez en mucho tiempo.
-¡Has cambiado los colores! ¿Dónde has dejado los rotuladores?-le preguntó.
-No sé. Se me han perdido creo.-contestó con la mirada perdida y contaminada.

Algo en ti huele a vainilla.

lunes, 7 de marzo de 2011

Lo inolvidable es inútil escribirlo

Una vez subí a una colina en la que había una pequeña ermita.
Serían las cuatro y media de la tarde más o menos. Era un día de verano y hacía mucho sol.
Creo que ese día escribí lo más bonito que he escrito nunca.
Pero sin embargo, creo que tiré la hoja en cuanto terminé de escribir.
¿Para qué? Si me acuerdo de todo.
Es cierto que escribiendo se transmite mucho, pero a veces es preferible guardarse píldoras orales.

domingo, 6 de marzo de 2011

Ella era agua

-Ding
-Dong
-Ding dong
-¡Venga, preparaos, que ya empiezan!
-Lo siento, me encuentro mal, tengo que ir al servicio.
-Pero date prisa, que te vas a perder las campanadas.
-No te preocupes, al fin y al cabo sólo son uvas. No tardaré.

Esta conversación puede ser sacada del archivo del 2007. O del 2008. Bueno, quizás también del 2009, y del 2010... Lo cierto es que era una tradición para María. Todas las nocheviejas, desaparecía misteriosamente en el momento de las uvas, alegando problemas repentinos de salud, una llamada, lo que fuere.
Aunque ella atribuía a las uvas un valor cotidiano y nada especial; sí que volcaba todo su rito y necesidad en sus bordados.
Era muy sencillo su rito. Segundos antes, se ponía a bordar. Las campanadas reflejaban cómo serían los meses del año. Si daba una puntada perfecta, sería un mes perfecto. Si una puntada le había supuesto mayor afino, iba a ser un mes de transición. Si la puntada le había salido mal, o si sentía que el tejido que penetraba lo había notado más duro de lo normal, no esperaba nada bueno.
Así adivinó cuándo iba a quedarse embarazada. También cuando iba a pasar un verano inolvidable. Cuándo todo se iría al traste.

María pensaba en las propiedades físicas de los cuerpos. Pensaba por ejemplo, la rapidez con la que se calientan y enfrían la mayoría de los cuerpos sólidos. El agua tiene más memoria para ello, tarda más, es más lenta tanto en uno como en otro sentido. Sí, sin duda ella era agua. Pero sentía que era un oasis en medio del desierto, el mismo que pasa de estar a 50º durante el día que a -10º por la noche.

Esa noche, cogió la tela y empezó a bordar. No sentía ni que iban a ser ni buenos ni malos meses. Sin embargo, sentía en su cuerpo un lugar que se resentía. Se tocó la cara. Una cicatriz de este año. Pensó que había llegado el momento de dar un giro, cambiar. Sería un año diferente. Eso lleva sus riesgos.
Cogió la aguja y se la clavó en el dedo.
Definitivamente, había logrado que todo el año fuera especial, había conseguido un color imposible de igualar. No había dos en el mundo así.

lunes, 14 de febrero de 2011

Filosofía de un lunes

La playa en invierno.
Qué gustazo.
Sentarte en la arena fría, y tirar piedras al agua.
No hay que hacer demasiado para desconectar y "alimentar el ego".

Recuerdo unos acordes de guitarra que alguien tocó una noche, en una cena.
"Mi madre me mata", me acuerdo que decía yo. Pero no podía irme tan pronto. Debía hacer algo primero.

·_·_·

Mientras mi mente la da al play, se ha hecho casi de noche y me digo a mí mismo:

En esta vida, lo más bello está unido a lo más grotesco.
Mira las estrellas.
En realidad, algunas están muertas. Las distancias del universo son tan abismales que ni la luz es inmediata. Cuando una estrella muere, explosiona para luego apagarse poco a poco. Esa energía lumínica liberada, puede tardar mucho tiempo, años, cientos de años, en que nosotros la veamos, debido a su distancia.
Quizá esas estrellas estén muertas ya y sean cadáveres.
O quizá, para poner el contrapunto, haya nacido alguna otra y todavía no hemos podido verla.


Seemingly it seems to me...que parece que nada es lo que parece.

martes, 1 de febrero de 2011

¿Puedes oírlo?

Vayan limpiando el suelo.

A veces se puede mirar el mundo de otra manera. Como cuando salen mapas o diagramas de esos que reflejan el calor desprendido. Al fin y al cabo, el mundo físico es lo que se nos da; nosotros cogemos lo que nos interesa para crear el nuestro propio. Así, mi mundo esta mañana ha captado una onda expansiva un tanto interesante, por diversos motivos, procedente de las cristaleras de la biblioteca donde me encontraba.

De acuerdo, ahora hay que montar el atrezzo.

La biblioteca es un espacio amplio, con mesas agrupadas en la parte del fondo, y un espacio más de ocio y relax en la parte que da al mar. Aún así, en toda ella reina el silencio. Es agradable ir a estos sitios aunque no tengas que estudiar. Puedes estar escribiendo ahora mismo como lo hago yo. En esta parte donde hay unos cuantos sillones, hay una chica que no tendrá más de treinta años. Yo le echo veintisiete o así.

Que entren los actores.

Yo voy y vengo desde la zona de estudio negra, al fondo, más oscura, fría, lejana.
Vuelvo con un café. Conforme avanzo hacia mi sillón que está junto a ella, voy atravesando capas de energía, hasta alcanzar la zona cero. Me siento un poco detrás de ella, la observo y escribo mientras me tomo mi café. Me inspira mucho el ver su reflejo en el cristal, y más al fondo el mar.

-¿Quieres un café?-le digo.
-El café es la bebida de los malos.-me responde.
-Lo siento, me gusta el café.

Sigue mirando al frente como si nada hubiera pasado. Yo me siento algo mal, quizá haya dicho eso porque la he molestado y la he sacado de su pensamiento. La chica se arruga la falda con la mano izquierda.

Perfecto, cambio en bastidores.

¿Puedes oírme? Por favor, escúchame.
Que voy a decirte algo muy importante, por favor.
Aquí van las palabras que debí decirte hace mucho tiempo: te quiero.
Por favor, escúchalas. Te quiero. ¿Puedes oírlo? Te estoy gritando. Esta persona que hay aquí te quiere.
Perdóname por haber sido así este tiempo. Tenía que haberte dicho que te amaba. Lo estabas esperando, pero tenía miedo. Y ahora no importa cuánto de fuerte las diga. No estás aquí para escucharlas.
¿Que si quiero un café? No, gracias, ya he tomado bastante café en mi vida, creo yo.
Uy, a lo mejor he sido un poco borde con él.
¿Te apetece mejor un té? La gente del desierto lo toma mucho. Es caliente y es la mejor forma de hidratarse. Tiene que ser bueno a la fuerza.

Que empiece la función

Sí, lo siento por haber estado un poco borde.
No, no, en absoluto me has molestado. Ya llevaba demasiado tiempo pensando tonterías.
Sí, voy bastante por la biblioteca del paseo marítimo. Me encanta.
¿Sabes? Quizá no he sido muy valiente en la vida. Me gustaría ser más salvaje. Es una comparación un poco tonta, pero tengo envidia de los caballos que parecen correr por el mundo sin que nadie les importe. Son como son, es su naturaleza.
Qué alegría que me comprendas, me estás cayendo bien.
Al fin y al cabo, tengo que disfrutar mi vida, que sólo hay una.
¿Sabes algo que necesito para ello?
Anestesia. Sí.
Sí, sí. ¿Quieres un poco?
Pronto funcionará.
No, no es peligroso.

Cierren telones

No, no, no pienses que soy drogadicta. Me refería a valeriana.
Sí, hombre. Quiero que mi vida cambie. Eso es difícil. Pero voy a hacerlo, y necesitará tranquilizarme a veces. ¿Puedes oírlo?

Se acabó la función. Gracias.

domingo, 23 de enero de 2011

Dicen que éramos jóvenes y que no sabemos cómo somos hasta hacernos mayores.

Quería conectar con mi yo interno. Pasarme una hora abstraído, con una única idea rondando en mi cabeza, como tantas otras veces. Por ejemplo, hablar de un suelo que sangra. Pero no lo he conseguido, cuando se escribe desde tu interior es cuando te llega sin más, por inspiración.
Así que lo dejaremos para otra ocasión, y ahora pondré algo que he encontrado en una libreta. De esas que son tu escape de la realidad.

-No me despiertes cuando te vayas.
-¿Por qué? ... Aún así, haré lo que me pidas.
-Haré como que ha sido un sueño. Así intentaré olvidarte.
-De acuerdo, qué místico eres.
-Sólo te pido una cosa. Espérame. Aunque sea en la otra vida, sea cual sea.

Miramos a la ventana. Me gusta contemplar cómo las nubes tapan y descubren luego la luna.

-¿Sabías que la luna está conectada con la necesidad emocional? No te entran ganas de contemplarla cuando te sientes mal, o cuando estás falto de afecto, o en situaciones románticas...?

-Adoro tus palabras. Cargadas de historias y sabiduría. Supongo que serán fruto de una reflexión.

-Sí... todos tenemos nuestra cara oculta.

miércoles, 12 de enero de 2011

♄ .

Había una vez un niño que tenía en su habitación un cuadro de Saturno, al cual veneraba.
Era la puerta a otro mundo. Un mundo interior. Meditación y silencio.


¿Quizás fuera por azar?
Simbolismo de Saturno: Interiorización, represión, restricción. La guadaña del tiempo, de la muerte. Representa también los principios de contracción y consolidación, Saturno trae madurez que es el resultado de la reflexión interior.
Base astrológica: Saturno representa los problemas que debemos superar para alcanzar nuestra madurez. Es para analizar y observar.



El niño no había imaginado todo esto.
Cuando le regalaron el cuadro, Saturno aparecía con una cara dibujada, más infantil.
Ordenó que lo pintaran y borrasen ese rostro. Quería contemplar a un Saturno limpio. Diría inocente, pero no cabe ese adjetivo.
Tal vez ése fuera su planeta.

El "niño" fijó la mirada en el cuadro, sentía cómo focalizaba y sus ojos se hacían pequeños. Hasta que paró, se detuvo, y poco a poco, muy lentamente, sus párpados empezaron a desarrugarse.

To sam bio ja...

martes, 4 de enero de 2011

De "Hermanas de la tierra", Rani Manicka.

La mujer estiró el cuello y aulló como un lobo.
Se mesó los cabellos hasta que sus puños se llenaron de mechones arrancados. Con esos mismos puños golpeó la tierra apagada.
Ay, ay, el joven estaba muerto.
De pronto se levantó de un salto, con mirada salvaje.
“No le toquéis hasta que vuelva”, ordenó, y corrió hasta el árbol bodhi para echarse a los pies del buda.
“Oh, tú, el iluminado- lloró. Mi hijo está muerto. Si de verdad eres el maestro, devuélvele la vida”.
El buda abrió los ojos.
Quizá quería hablarle de la inevitabilidad del nacimiento y la muerte para los no iluminados, pero debió de ver el polvo de los sueños en los ojos de la mujer, así que le dijo: “Sigue adelante y tráeme un puñado de grano de una casa que la muerte no haya visitado y te devolveré a tu hijo”.

Llena de gratitud y alegría, ella hizo varias reverencias antes de iniciar la búsqueda. Buscó y buscó y buscó...