sábado, 14 de mayo de 2016

Seis. Hay seis. SEIS.

Una vez una persona muy especial para mí me invitó a dar un paseo por la montaña y me contó una historia.

“Hay seis vientos del bosque según los estonios, un pueblo que venera a los árboles. Esta comunidad considera a los arboles como lo más sagrado, se reúnen en fechas señaladas para ofrecerles sus almas. Son los que perviven cientos de años. Son los que dan vida y los que impregnan al viento de pureza. Por ello, no sólo los miran y los sienten en sus ojos, sino que sus ramas mecidas por el viento las sienten en sus oídos, en su estómago, en su corazón. Cuentan que cada viento que te toca, te pone de un estado de ánimo. Yo he visto a una persona vagar por el bosque sin rumbo más aparente que morar en cada recoveco para absorber aire.

Seis
Hay seis
Seis

He recorrido cientos de bosques y he experimentado muchas sensaciones. Algunas puras, otras mezcladas de varios vientos. Al fin, me he dado cuenta de que esas sensaciones se repiten, no importa donde estés ni con quien vayas. Me gustaría contarte que he descubierto alguna nueva, pero todas las sensaciones me recuerdan a aquellas que ya he vivido y tocado. Se ve que el ser humano es limitado y no puede albergar más de unas cuantas. Todo suena a algo.
Después de tantas aventuras, he logrado escuchar al viento, quedándome en silencio para poder oír su nombre, comprender su historia, e intentar adivinar a donde se dirige y cuál es su propósito en la atmósfera.
De este modo conocí a Wiii, el viento de la alegría, de la velocidad, del éxtasis, que provoca que apretemos los ojos, que abramos la boca, que riamos, que nos lo traguemos, que tosamos… Lo conocí cuando me monté por primera vez en el coche de un desconocido, una noche de fiesta y me paseó por toda la ciudad mientras yo iba bebido. Sentía que eso era la juventud, que se trataba de hacer locuras y pasarlo bien. Disfruté mucho.“

(Levantó los brazos y sacó un dedo. Uno.)

-¿Por qué haces ese gesto?-le pregunté.
-Porque ya he sentido ese viento. Lo conozco, y es mi saludo hacia él.

“Otra noche me encontré con Hmmm, un viento que me tocó y me hizo estar reflexivo, meditativo. Sentí culpa por no ser como debería ser, por no haber actuado como debía haberlo hecho. Hmmm me dijo que debía rectificar, que podría arreglarlo todo. En cierto modo, fue un viento que me hizo sentir mal, pero también esperanzado.”

(Volvió a levantar los brazos y sacó dos dedos. Dos.)


“Awww ha sido el mejor viento que recuerdo. No es que lo haya encontrado muchas veces, pero cuando lo he sentido golpeándome en la cara y volando mis pelos lo he reconocido al instante: eres tú, Awww. Es un viento que si bien puede ser breve, me proporcionaba mucho placer. Placer de sentirse bien, a gusto. Cómodo. Es un viento que te acaricia, del que se te mete por el cuello de la camisa cuando hace mucho calor.

(levanta los brazos y saca tres dedos. Tres.)


El que no me gusta nada es Brrrr, cuando hace este viento me enerva y me enfada. Me hace pensar que todo es una mierda y que debo huir, pero el viento es más rápido que yo y me alcanza, no me deja en paz. Así que lo odio.

(Levanta los brazos y saca cuatro dedos. Cuatro.)


Y luego está Sniff, un viento que es muy sensible y me cuenta sus penas. A veces me gusta escucharlo y me hace sentir bien, y otras veces me acompaña más tiempo del que me gustaría. Es un viento raro, porque mi cabeza quiere cambiarse de sitio pero mi cuerpo sigue estando ahí recibiéndolo.

(Levanta los brazos y saca cinco dedos. Cinco.)


Y esos son los vientos de los estonios. Trata de buscarlos y sentirlos… En la combinación de todos está la vida.”

-¿No eran seis? Seis. Hay seis vientos. ¡Dijiste que había seis!
Miró hacia otro lado, se había dado cuenta. Y tuvo que responder.
-Es que el otro no lo conozco. Sólo sé que dicen que… que es el que toda la gente quiere sentir, y por eso algunos se quedan atrapados en el bosque. Dicen que es un viento que pica en los ojos, es un viento que te abraza hacia adelante en tu camino, es un viento que no te abandona, te acompaña y te levanta la barbilla. Y no tiene nombre, no hay fonemas para expresarlo.

En ese momento, me quedé mirándolo, a él y al paisaje en el que estábamos, ensimismado, sin saber qué decir porque creo que sabía a qué se refería. Y me encontraba realmente emocionado.

Y justo en aquel momento, sacó sus brazos hacia mí, y sacó seis dedos.




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Qué bonito hubiera sido que hubiera sucedido así. Porque en realidad, el seis era nuestro gesto secreto para decirnos Te quiero. Y cuando decidiste no ser el viento que debía seguirme, fue cuando empecé a escuchar a los vientos, y cuando empecé a recorrer bosques y a conocer a Sniff, a Hmmm, a Brrr, a Awww y a Wiii. Y parece que no hay más nuevo, porque siempre te repites. Y terminé viniéndome a Estonia, y aquí estoy, viéndome desde lo alto, porque mi cuerpo yace en el recoveco del bosque, y mi corazón en las alturas.

Y entonces, volví a sacar los seis dedos.

Seis.