jueves, 24 de noviembre de 2011

La Luna en los labios

Es una pregunta que nos ronda la cabeza, ¿a dónde tenemos que ir?
Es el destino el que nos lleva...
De aquí para allá, siguiendo las señales.


Los dos niños piensan esto mientras corren y exploran el bosque. Están de campamento, pero se han escapado para sentirse unos aventureros.
No saben muy bien por dónde ir, pero les da igual. Sienten que pueden cambiar el mundo, que cada paso que dan están más cerca de otro lugar, así que siguen y siguen...

No saben por dónde ir, se dejan llevar. Una mariposa que se vuela y viene y se sienta en la uña de su dedo y el niño se asombra y piensa por qué será el elegido y se le hincha el pecho y se siente alto a pesar de tener once años y medir poco más de metro y medio y exclama: "¡¡¡Eh mira qué tengo!!!" y lo hace todo sin pausa y seguido, como este texto, porque le falta la respiración y se ha subido en una espiral que le levanta los pies, le aprieta el corazón y le levanta la barbilla.

Y la mariposa no se entera de nada, pero sabe que ha sido capaz de crear magia. Eso es magia... un pequeño detalle que tiene la potestad de significar una espiral.

El insecto despliega sus alas, y los niños la siguen, cogen todito lo que tienen, y no miran atrás. Andan caminos que se esfumarán una vez andados.
Hasta que se hace de noche, empiezan a sentirse temerosos, a imaginar que en el bosque hay lobos y demás criaturas, a pensar que el cielo se caerá sobre ellos.
Pero su miedo es parte de su aventura, así que emprenden su camino, mientras no ven, mientras se dan la mano, mientras dicen "ya estamos casi, no mires abajo" o dicen:
-Salta.
-No puedo.
-Salta, confía que puedes.

Y sabían que sólo ellos estaban viendo el bosque de noche, nunca habían visto las luciérnagas resplandecer de aquella manera, o ver el cielo descontaminado mientras estaban tumbados, tener la sensación de que si se levantan se darán con la luna en la cabeza. Medir metro y medio y tener la luna en los labios. Eran los reyes del mundo y en ese momento nada podía contradecirles.








Varias vueltas al sol más tarde, los dos amigos se encontrarían por casualidad.

Atrapados en una conversación distante, como la de conocer a un extraño una noche...
Es una mirada de seda que no necesita palabras. Ese gesto olvidado, que me sé de memoria.

-Por favor, un café y un té.

Y se sentarían en un rincón, calentándose las manos mientras afuera llueve.

Una hilera de farolas en la noche que alumbran a la gente que pasa.
El sentimiento de ver cómo tienes la sombra detrás, y va pasando poco a poco a estar delante. Y luego vuelve atrás. Sentimiento de que la vida no es redonda, sino circular.

Cuando eran pequeños, les encantaba saltar en las baldosas, simulando que son rocas rodeadas de lava.
Les gustaba construir un refugio para las hormigas.
Radiaban expresividad, emoción, originalidad... sentían que de ellos dependía el mundo y ellos podían hacer todo.

¿Por qué ahora no podían sentirse así?
Seguían siendo ellos. Tenían todo eso y más. Podían hacer todo eso y más.

Como por accidente, una luciérnaga pasó entre ellos. Se miraron y cayeron en la cuenta
Todos tenemos nuestras propias máquinas del tiempo.
Algunas nos llevan atrás, se llaman recuerdos.
Otras nos llevan adelante, se llaman sueños.


Aquella noche, recordaron cuándo el tocar la luna era un propósito y no un sueño.
Aquella noche, después de la lluvia, el cielo era un espejo y las estrellas estaban haciendo el amor.

martes, 15 de noviembre de 2011

Let me rule the world

Tengo la necesidad de escribir.
Hace tiempo que no lo hago y siento que me falta algo.. Intento buscar esa inspiración que me viene de una canción o una panorámica. Busco mi espacio, mi sonido y mi té, pero mi mente tiene interferencias, y mi mano sólo acierta a escribir cosas que no sé si tienen un 0% o un 100% de sentido...

La luna marca sus sombras. Carretera solitaria. Hay mucha luz. Me siento solo, no hay nadie a kilómetros de mí.
Desierto.
Privilegiado por estar expuesto a la luna. Figura de serenidad y luz. Figura de esconder nuestros secretos en la cara oculta.
El mundo lo sabe, salvo que nadie, sólo tú y yo..

Cuando lo raro y sorprendente es la norma, quizá la mayor exclamación sea un final común.