domingo, 24 de noviembre de 2013

Confiar

Como una flor que nace en una rendija (donde puede), un niño camina solo, con la cabeza baja, esquivando la flor.
Dos ojos que se miran: unos labios que se sitúan en la barbilla.. inferioridad.

Manos que se entrelazan sobre una cama. (Candados colgados en una reja)

Gotas de rocío que caen de una rama que tiene una espina. El agua suaviza la apariencia agresiva y le regala una nueva forma.
Formas que imprimes descargando fuerza: huellas en la arena, frente al mar infinito que te suaviza y te regala una nueva forma.

La mirada hacia el cielo, mecida por las nubes es llevada hasta un tacto conocido.
Cruces bizarros, contradictorios
Y el corazón enjaulado.
Y el tiempo corre, pero está en tus manos. Está en tu tacto.

Ese tren de tu infancia que parece que llega (o parece que se va)
esas ansias por crecer (y esas ansias por volver)
Ese árbol cortado que te enseña sus anillos, que ya ha leído el libro que estás leyendo.

Paredes que alejan: que se separan. / Bancos separados, y en silencio quieren acercarse.

Un sol que no cabe en el cielo, que calienta el mar que toca tus pies, que calienta tu espalda.. cuando te das la vuelta.
Y vuelves al frío, a la vista de la reflexión, bajo un farol que te da luz pero proyecta tu sombra.

Confía en todo esto.

sábado, 9 de noviembre de 2013

Sin abrir los candados

Hay algo delante de mí que va a arder, ...
Sin abrir los candados
Tendré en cuenta:
El ayuno de ti,
El desayuno de mí.
Preguntas sin respuesta:
¿Es así?
¿De verdad es así?
El dolor inspira y el placer no cabe en los pulmones
pero solo
solo
sólo que todas estas mentiras
no siempre ocurren
¿de verdad es así?

domingo, 20 de octubre de 2013

Aches

I.. I.. I.. I..
Aches.
H.. H.. H.. H..
Silenc(e/io)
Mudo
Snake alike
Like(Don't + 1)
Más uno..
El infinito es par
Ochos acostados
8.. 8.. 8.. 8..
H.. H.. H.. H..
It aches.
I.

martes, 23 de abril de 2013

El cuento más bonito

Érase una vez, un país con los suelos verdes, tapizados de hierba y flores; con ríos mansos y de aguas limpias como el cristal; de cielos que traían sol como rayos de alegría y lluvia como bendición de la vida. Era un país rico, donde vivía un príncipe que pronto sería rey, y necesitaba una joven doncella que fuera su princesa.
Los actuales reyes, padres del príncipe, querían encontrar dignos sucesores de la corona. Al contrario de lo que se estilaba por aquella época, no buscaban la realeza en las venas de la casamentera, ni la nobleza ni ningún atributo en especial. Deseaban que su hijo fuera feliz, y que su dinastía y su pueblo así lo fueran.
Por tanto, la elección recaía plenamente en las convicciones del joven príncipe, que idealista como era, no buscaba una buena futura reina: sino un amor.
Recorrió las amables praderas de su reino, mojó sus pies en las arterias cristalinas, se quemó la piel bajo el sol cándido.
Sus exigencias no se saciaban y continuaba su camino buscando a esa princesa que se hallaba escondida y por descubrir. Finalmente, cuando menos lo esperaba, en una noche fresca y húmeda, el príncipe cayó de su caballo y se rasguñó las rodillas. Fue entonces cuando una aldeana, ligeramente mayor que él, se le cruzó en el camino y le ayudó a curar sus heridas.
La humilde mujer no podía creerse que llegara a ser reina de aquel rico país. Había algo en el príncipe que como una luz, la encandilaba y ya no podría dejar de mirarlo, de pensar en él, de distanciarse. Pero tenía miedo.
Sin embargo, la luz que más nos ciega, más nos guía. El príncipe convenció a la aldeana y se presentaron en palacio.
Pese a ir en contra de lo normal, el matrimonio se aceptó. El reino ya tenía una nueva princesa.
Pronto serían los reyes, unos reyes que se amaban y que serían felices para siempre.

El chico era un joven de barrio, al que le gustaba escribir por placer. Su castillo era su humilde piso de 70 metros cuadrados. Su princesa, una joven estudiante.
Juntos leyeron esta historia, asombrándose de lo simple y fácil que puede ser la vida, de la felicidad que se respira en los cuentos donde todo sale bien.
Ya no venden las historias felices. La gente quiere drama, morbo, novedad. Las historias del joven escritor nunca eran enteramente alegres, siempre había que pagar un precio por la felicidad y a menudo eran trágicas.

-¿Cuál es tu sueño?-le preguntó una vez la chica.
-Mi sueño... bueno, siempre me he preguntado cómo sería ver llover en el Sahara.
-Te propongo una cosa: te acompañaré al desierto para que veas llover allí. Me voy contigo, pero por el camino me contarás cuentos. Y quiero uno como los antiguos, como los tradicionales. Quiero que sea de príncipes y princesas, que todo salga bien y que coman perdices.

Ambos emprendieron ese viaje, en el que buscaban lo más deseado: al igual que el príncipe buscó a su princesa. Por el camino, el chico le narraba historias de todo tipo, hasta que un día empezó a escribir una que se llamaba "El cuento más bonito". Se la entregó a mitad de camino, parados en un pueblecito allá por Andalucía.

El cuento más bonito es

La fuerza que posees cuando superaste aquel mal momento
Esa sensación de libertad que experimentaste en aquel lugar nuevo, y que quedó grabado en tu retina
La energía de la diversión, la velocidad, y el sentimiento en tu mente de "estoy viviendo"
Esa fotografía preferida, que te evoca felicidad y es un tesoro escondido en tus neuronas
Aquel recuerdo en el que te sentías arropada, protegida, y que te transmitía "todo va bien"
Ese instante en el que descubres a una persona, esa sorpresa que te llena de ilusión los pulmones
El cuento más bonito son estas líneas que escribo sólo para ti, para emocionarte y transportarte a otro lugar. Para darte
la fuerza
La libertad
La energía, diversión y velocidad
La felicidad
La protección
La ilusión
con mis palabras.
El cuento más bonito no tiene final, ya que continuará haciéndose realidad.
El cuento más bonito es que mi sueño no es la lluvia en el Sahara: mi sueño eres tú.



domingo, 14 de abril de 2013

El jardín del rey de Damasco



Qué pasaría si los malos fueran buenos decepcionados. Qué pasaría si alguien cambiara de bando tan bruscamente. Qué pasaría si el pasado es un ancla para el futuro.
En Damasco, un rey árabe era benevolente y querido por sus súbditos. Reinaba la paz y la justicia. En esta época, los demás reyes y jeques eran déspotas y tiranos con su pueblo. Este rey, llamado Az-Zorq, era el oasis en medio del desierto de la desconsideración. Por ello, su pueblo estaba orgulloso de ser sus ciudadanos, y cada año, cada familia le regalaba una planta, de la siguiente forma:
El padre de familia entraba en el jardín real, la plantaba y la regaba.
Así, los jardines del rey crecían cada vez más y más, siendo necesario ampliarlos en varias ocasiones. Era toda una belleza y en él habían plantas y flores de todos los tipos: desde las más humildes hasta las más exóticas, una variedad cromática que se extendía hasta la saturación.
El día de plantación era el acontecimiento más esperado del año: cuando se abrían las puertas del jardín, el pueblo aprovechaba para visitarlo. Poco a poco, fue permitiéndose la entrada no sólo de padres de familia, sino también de todos los miembros de ella. En este día, el amor se fotosintetizaba. Muchas parejas consideraban este día como su luna de miel. Otras personas buscaban el amor en este jardín. Los hijos e hijas se engalanaban para la ocasión y las miradas se sucedían tras los pétalos, las hojas y las lianas.
La mujer del rey solía pasear por el jardín en este día especial. Era una mujer joven, bella, de labios carnosos como pulpa de fruta fresca, unos ojos verdes como hojas de té, y perfilados en negro como misterio en la noche.
Uno de esos jóvenes engalanados la confundió con cualquier chica del pueblo y la miró fijamente, siguiéndola, flirteando con ella. La reina mandó detener al joven, y luego ordenó:
-Dejadme a solas con él.

Durante el año siguiente, el buen rey estaba muy preocupado. La mirada de su mujer hacía tiempo que se situaba escasos centímetros por debajo de donde solía estar. El buen rey estaba nervioso por si su ideal reino se desmoronaba. Habían sido meses difíciles de conflictos con otros reinos, sequía y malas cosechas. El jardín estaba secándose y perdiendo el verdor, la euforia leñosa y liberiana.
Ese año, el día de plantación fue muy especial, ya que el pueblo se había propuesto reverdecer el jardín. Acudió más gente que nunca, con varias plantas cada uno. El gentío era tal, que la reina se vistió humilde y se confundió entre la multitud.
-Como le prometí a su majestad, aquí estoy un año después.

Nadie volvió a ver a la reina. Nadie volvió a ver un buen rey.

Las puertas del jardín se cerraron para siempre. Patrullas de soldados buscaron a la fugitiva y cómplice. No sirvió de nada. El rey siempre había gobernado en el bien para el pueblo. El pueblo le había llevado a su triste situación. El rey respetaba y amaba a su mujer. Ella lo había traicionado. Su carácter cambió. Observó a los demás reyes vecinos: tiranos, pero no les faltaba de nada. Poco a poco, empezó a ser egoísta. A elevar los impuestos, a cubrirse de joyas y manjares. A querer recuperar su vigoroso jardín, y no hay nada más vigoroso que la sangre.
Una parcela de veinticuatro rosales, uno por cada año que tenía su amada, era regado con sangre de sus súbditos. Las rosas, lejos de tornarse vivas, despiertas y rebosantes, se apagaban y ensombrecían más, hasta llegar a ser granates. Oscuras, frías, negras, perfiladas como un misterio en la noche.

domingo, 3 de febrero de 2013

Demasiado

Cuando la prioridad es "yo"
Y cada uno vive por y para sí mismo
La interacción es residual.
Sólo cubre una necesidad, más o menos material.
Ya no hay sacrificios.
Quizá me gusten.
Quizá me guste dar y recibir.
Sentir cercanía.
Demostrar, aparte de saber.
Me acostumbré a demasiado
A seguir unos ideales y una predisposición
que cuando se agota no es alimentada.
Demasiadas ganas.
Demasiada ilusión.
Demasiado vivo.

sábado, 12 de enero de 2013

Plutón y Caronte

Hace mucho, mucho tiempo, en mitad de la noche se levantó una nube de polvo que lentamente se fue condensando.

Poco a poco empezaron a verse las estrellas y eran más coloridas y fulgurantes que nunca.

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Poco a poco empieza a desperezarse una niña que se levanta para ir al colegio como todas las mañanas. Una niña de cabello tan negro como el carbón y tan suave como el tacto de un melocotón. Una niña que busca excusas para llegar tarde a clase y que le dice a su madre:

-Mamá, por favor ¡hoy no! No pasa nada si hoy no voy, por favor déjame dormir.

Y su madre le repetía:

-Cariño, tienes que vestirte ya, que llegamos tarde y no puedes faltar.. y tus amigas te están esperando, ¡venga!

Y la niña se levantaría, se vestiría y se iría al colegio, mientras que durante el camino levantaba su mirada y toda ella recordaba a su abuela La hechicera, de quien decían que en su casa se movían los muebles a su voluntad.


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Las cosas no iban bien por aquella casa.

-Necesita un riñón y lo necesita ya.

El joven era el único que podía donar un riñón a su padre. No tenían a nadie más que fuera compatible, y a su padre le urgía. Sería una pena someter a un joven chico a una operación arriesgada, pero estaba decidido a hacerlo. Sería una especie de héroe y un ejemplo de amor.
Debe ingresar hoy en el hospital.


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La palabra 'amor' es más extensa que 'kilómetro'. Eso pensaban una pareja de enamorados, que habían tenido que separarse debido a dificultades de trabajo.
Su mirada marrón se fundía como miles de vainas de cacao cuando veía a su amado.
La pasión incontrolable corría por las piernas de él, subía por el vientre de ella y extasiaba en el rozamiento de sus labios al besarse.
El mundo cambiaba la cada vez más usual escala de grises por una escala que se volvía ecléctica, caótica y lujuriosa cuando estaban juntos.

Esos días eran los que no necesitaban edulcorarse. Pero tenían la promesa de que cada día sin verse se comerían un bombón, así que cuando se despedían, una cajita pequeña significaba un
Te veo pronto
Y por el contrario, si la caja contenía más bombones, era un
Voy a tardar días en verte


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Sentado en su pupitre al fondo de la clase, sus rizos rubios y su mentolada visión suponían un foco de atracción para todas las chicas de la clase.
Los demás chicos le tenían envidia porque era el ligón, la cara bonita y el chico perfecto.

No es de extrañar que desde los diecisiete años fuera contratado como modelo y que podría tener a cualquier chica. Pero él se fijó solamente en una, a la cual miraba tímidamente y con la que lo máximo que había hablado eran unos escasos minutos.

Poco a poco, y con la ayuda de terceros, salieron a cenar un par de veces. La confianza fluía, las risas se sucedían y la complicidad aumentaba, hasta que la chica le dijo

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Una noche, andando por la calle, se encontraron un hombre y una mujer.
Las miradas se cruzaron y se respiró aroma de chocolate mentolado.
La mujer de mineral cabellera extensa, reluciente y amelocotonada estaba muy débil. Andaba muy lentamente y necesitaba algo que la mantuviera en pie. Como una mota de polvo que vaga por el mundo y que muere por erosión.
El hombre de pelo extrovertido y áureo permanecía inmóvil, estático y anclado.


La mujer de un impulso se agarró al hombre para no caerse, como si fuera su última acción en la Tierra. El hombre la cogió. Dudó, como siempre hacía. Tuvo miedo, pero se dejó llevar mecido por el impulso, y empezaron a bailar.

Hace poco, muy poco tiempo, una nube de polvo se ha levantado en la noche y ha dejado al descubierto dos pequeños planetas.

Como Plutón y Caronte, danzan juntos alrededor de un mismo centro.
Dan vueltas y siempre mostrándose la misma cara.
Ella era objeto de burla y no conoció la amistad en el colegio a pesar de sus intentos.
Él dejó morir a su padre por el miedo, a pesar de que podía haberlo evitado.
Ella recibió cajas grandes de bombones, y cuando las terminaba, encontraba en el buzón cajas cada vez más grandes...
Él perdió a la chica que quería por no atreverse a dar un sí.
Eran este sistema de planeta doble, el
QUIERO PERO NO PUEDO
y el
PUEDO PERO NO QUIERO
Su danza orbital respondía al principio de acción-reacción: la voluntad tensa la mano, y la reacción del hombre acompañó esta vez, devolviendo la energía.


Poco a poco empezaron a apagarse las estrellas, y eran más lejanas y frías que nunca, pero Plutón y Caronte se acompañan en los confines del universo.
Siguen en movimiento y no hay nada que los detenga por la ley de la inercia: la danza los complementa y les regala su equilibrio.
Se miran fijamente, apartados del todo y de la nada: apartados del futuro y del pasado.

viernes, 11 de enero de 2013

Tangencias

Mira el fondo de un vaso
Su mirada estática
Mientras en su mente se reproducen sueños, conversaciones pasadas, conversaciones de futuro
Esperando que algún día algún sueño se haga realidad
Porque llegan tan lento
Pero se van tan rápido
Y se pregunta por qué el mar necesita al cielo
Por qué una luna necesita un planeta
Por qué cada vez que cierro los ojos te veo
Y no sé si sabe que todo lo que toca se marca
Siempre echa de menos el sol cuando empieza a nevar
Siempre odia la carretera cuando está perdido lejos

Silencio, silencio, silencio que reduce, extiende y aplana

Quizás alguna vez has mirado la noche
Y te has sentido pequeño
No hay voz que me contradiga
Por lo grande que es el universo
Y tantos millones de personas que viven en él
Y eres afortunado porque algunas de ellas van de la mano contigo
Y necesitas a otras por las que te encuentras a un centímetro del suelo
Sin tocarlo
Las palabras llegan tan cautas y se van violentas
Y quizá escribiste demasiado y muy profundo
Puede que te preguntes por qué necesitas la luz cuando acaba de apagarse


Y le diré que nunca sabes cómo de alto has llegado
Hasta que has bajado

Y la dejaste ir.