sábado, 12 de enero de 2013

Plutón y Caronte

Hace mucho, mucho tiempo, en mitad de la noche se levantó una nube de polvo que lentamente se fue condensando.

Poco a poco empezaron a verse las estrellas y eran más coloridas y fulgurantes que nunca.

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Poco a poco empieza a desperezarse una niña que se levanta para ir al colegio como todas las mañanas. Una niña de cabello tan negro como el carbón y tan suave como el tacto de un melocotón. Una niña que busca excusas para llegar tarde a clase y que le dice a su madre:

-Mamá, por favor ¡hoy no! No pasa nada si hoy no voy, por favor déjame dormir.

Y su madre le repetía:

-Cariño, tienes que vestirte ya, que llegamos tarde y no puedes faltar.. y tus amigas te están esperando, ¡venga!

Y la niña se levantaría, se vestiría y se iría al colegio, mientras que durante el camino levantaba su mirada y toda ella recordaba a su abuela La hechicera, de quien decían que en su casa se movían los muebles a su voluntad.


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Las cosas no iban bien por aquella casa.

-Necesita un riñón y lo necesita ya.

El joven era el único que podía donar un riñón a su padre. No tenían a nadie más que fuera compatible, y a su padre le urgía. Sería una pena someter a un joven chico a una operación arriesgada, pero estaba decidido a hacerlo. Sería una especie de héroe y un ejemplo de amor.
Debe ingresar hoy en el hospital.


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La palabra 'amor' es más extensa que 'kilómetro'. Eso pensaban una pareja de enamorados, que habían tenido que separarse debido a dificultades de trabajo.
Su mirada marrón se fundía como miles de vainas de cacao cuando veía a su amado.
La pasión incontrolable corría por las piernas de él, subía por el vientre de ella y extasiaba en el rozamiento de sus labios al besarse.
El mundo cambiaba la cada vez más usual escala de grises por una escala que se volvía ecléctica, caótica y lujuriosa cuando estaban juntos.

Esos días eran los que no necesitaban edulcorarse. Pero tenían la promesa de que cada día sin verse se comerían un bombón, así que cuando se despedían, una cajita pequeña significaba un
Te veo pronto
Y por el contrario, si la caja contenía más bombones, era un
Voy a tardar días en verte


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Sentado en su pupitre al fondo de la clase, sus rizos rubios y su mentolada visión suponían un foco de atracción para todas las chicas de la clase.
Los demás chicos le tenían envidia porque era el ligón, la cara bonita y el chico perfecto.

No es de extrañar que desde los diecisiete años fuera contratado como modelo y que podría tener a cualquier chica. Pero él se fijó solamente en una, a la cual miraba tímidamente y con la que lo máximo que había hablado eran unos escasos minutos.

Poco a poco, y con la ayuda de terceros, salieron a cenar un par de veces. La confianza fluía, las risas se sucedían y la complicidad aumentaba, hasta que la chica le dijo

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Una noche, andando por la calle, se encontraron un hombre y una mujer.
Las miradas se cruzaron y se respiró aroma de chocolate mentolado.
La mujer de mineral cabellera extensa, reluciente y amelocotonada estaba muy débil. Andaba muy lentamente y necesitaba algo que la mantuviera en pie. Como una mota de polvo que vaga por el mundo y que muere por erosión.
El hombre de pelo extrovertido y áureo permanecía inmóvil, estático y anclado.


La mujer de un impulso se agarró al hombre para no caerse, como si fuera su última acción en la Tierra. El hombre la cogió. Dudó, como siempre hacía. Tuvo miedo, pero se dejó llevar mecido por el impulso, y empezaron a bailar.

Hace poco, muy poco tiempo, una nube de polvo se ha levantado en la noche y ha dejado al descubierto dos pequeños planetas.

Como Plutón y Caronte, danzan juntos alrededor de un mismo centro.
Dan vueltas y siempre mostrándose la misma cara.
Ella era objeto de burla y no conoció la amistad en el colegio a pesar de sus intentos.
Él dejó morir a su padre por el miedo, a pesar de que podía haberlo evitado.
Ella recibió cajas grandes de bombones, y cuando las terminaba, encontraba en el buzón cajas cada vez más grandes...
Él perdió a la chica que quería por no atreverse a dar un sí.
Eran este sistema de planeta doble, el
QUIERO PERO NO PUEDO
y el
PUEDO PERO NO QUIERO
Su danza orbital respondía al principio de acción-reacción: la voluntad tensa la mano, y la reacción del hombre acompañó esta vez, devolviendo la energía.


Poco a poco empezaron a apagarse las estrellas, y eran más lejanas y frías que nunca, pero Plutón y Caronte se acompañan en los confines del universo.
Siguen en movimiento y no hay nada que los detenga por la ley de la inercia: la danza los complementa y les regala su equilibrio.
Se miran fijamente, apartados del todo y de la nada: apartados del futuro y del pasado.

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