martes, 28 de octubre de 2014

"Me quiero mucho"

¿Qué pasaría si me enamorara de mí mismo?

Conectado con:

· Atribuir un poder extraordinario a la misma persona
"Todo lo que me propongo lo consigo"
· Atribuir una desesperanza volcada a la sociedad
"No voy a encontrar a nadie como yo"
· Atribuir una cualidad de dependencia y justicia
"Necesito sentirme como hago sentir a los demás"


, escribía un chico en un papel, planteando una hipótesis y dispuesto a experimentarla.


________________________________________

Y así pues, comencé a enamorarme de mí mismo. Llevaba viéndome hace muchos años, toda la vida. Pero nunca había hablado conmigo. Así que un día me lancé, y me dije:
- ¿Qué haces esta tarde?
Y reaccioné lento, como siempre, hasta que acerté a decir:
- Nada, ¿y tú?

Fue un bonito paseo. De esos que no importa por dónde vayas, porque tu mente va descubriendo y conociendo a alguien. Como todos los principios: 50% prometedores e ilusionantes, 50% escepticismo y miedo a que nos hieran otra vez.

- Tranquilo-me dije-. Soy buena gente. No te voy a mentir nunca.
- ...-me quedé pensativo por lo que acababa de decirme-. Me has quitado las palabras de la boca.

Y me acosté pensando en lo sucedido, en que yo era un chico muy parecido a mí.


Tenía miedo que lo bonito del principio se esfumara y diera paso a una rutina de obligaciones, compromisos y desapego. Sin embargo, había algo en mí que encontraba incansable: las ganas por experimentar y vivir.

- No te preocupes. Somos lo suficientemente vivos, inteligentes y curiosos como para llegar al aburrimiento...
- ...siempre descubrirás algo nuevo conmigo -terminé yo la frase que salió de mis labios.

Y así, poco a poco, fui convenciéndome de que yo merecía la pena. Que yo tenía los atributos que siempre había buscado en un chico. Y ese porcentaje antagónico empezó a disiparse, mientras mi corazón empezaba a galopar.
Todos me encontraban más feliz. Yo era más feliz. Estaba deseando tener un rato para hablar conmigo mismo, para contarme historias que me habían contado, para llevarme a un sitio donde tomar fotografías muy chulas. Empecé a verme guapo y me enorgullecía ir a todos los sitios con un chico así. Creo que me estaba enamorando. Porque le veía en el cuarto de baño, en la entrada de casa, en la universidad, en el reflejo de donde fuera, siempre que iba conmigo. Y me sonreías como yo te sonreía, diciéndote con la mirada
Disfruta del día, guapo
Y respiraba de una forma que el aire de mis pulmones se renovaba por completo, al saber que hay alguien ahí al que le importo y que su corazón me desea un buen día; y que yo correspondo repitiéndole las palabras al unísono: como dos almas gemelas.

Claro que también se enfadaba a veces porque quizás no actúo bien siempre, pero siempre lo hacía para que mejorase. Y cuando yo estaba mal, aunque él también estuviese jodido, me ayudaba y me daba cariño. Igual que yo a él: ser fuerte con una sonrisa, y me sentía bien cuando siempre me respondía sonriendo.
Algunas veces yo le dejaba notas por la casa para que cuando llegara del trabajo las encontrara. Me iba de casa con alegría, emocionado por preparar una sorpresa. Y a veces él me dejaba notas por la casa, y cuando yo llegaba del trabajo pensaba
Ay por favor, qué bonico

Yo sabía que todo esto era una locura. Y que seguía en mi sano juicio, pero me hacía sentir muy bien. Así que yo me mandaba mensajes a mí, desde el trabajo al móvil de casa, para luego leerlos al final del día. Y yo me arreglaba y te traía una rosa para salir a cenar conmigo, y cuando te veía que tú estabas ahí
igualito que yo,
pensaba:
Estoy hecho para mí


En uno de aquellos paseos conmigo, caímos en la cuenta de que quizá estábamos llegando demasiado lejos. Al fin y al cabo, nunca podrías tocarme, ni besarme. Así que decidí
ser mi alma gemela,
ser mi mejor amigo,
ser mi mayor apoyo,
mi mayor fuente de "qué guapo eres",
aquella persona con la que compartir cuantos caprichos me apetecieran.



Ahí fuera había besos mundanos. Sexo en sentido estricto. Sexo con cariño. Pero no sexo con amor y admiración.
Hasta que un día encontré por casualidad a alguien ajeno a mí, que se parecía mucho a aquel yo que se preocupaba por mí, a aquel yo que me hacía regalos, a aquel yo que me había conocido y hecho parte de mi vida,
a aquel yo que era como yo, salvo que eras tú.

Y me di gracias a mí mismo por acompañarme en este viaje, donde nunca dejé de cansarme de mí mismo y me había ayudado tanto a mí mismo, que nunca me olvidaré de mí.



______________________________________

En efecto, está conectado con:

· Si me lo propongo y de verdad lo siento, conquisto a quien sea.

· Como yo no hay nadie, hasta que un día hay alguien 99% como yo.

· Sé como quieres que sean contigo.



, escribió un chico como conclusiones a su experimento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario