sábado, 21 de abril de 2012

12:15:01

Ecos de olas ebrias, ecos de amor y de vida. Vagando por el mundo, peinando campos, bailando montañas, acariciando una mejilla que alguna vez fue joven, que alguna vez estuvo ebria, o llena de amor y vida.


No sé lo que necesito...

No me gusta el verbo 'necesitar'. Qué verbo tan feo en contraposición a otro tan bonito como 'proteger'.

Su significado es malo, implica carencia, debilidad, dolor, insuficiencia, muerte... No me gusta hablar de 'necesitar' con respecto a otras personas o cosas. Pero sí que necesito algo inmaterial que me haga sentir no sólo que estoy vivo, sino útil: mi inspiración.

Puede que sólo escriba cosas sin aparente sentido, pero estas pequeñeces me hacen sentir grande, me hacen creer que cada palabra transmite al mundo un poco de coherencia y lo hace más humano.

No sé si despertarán pensamientos positivos, negativos o neutro, pero sé que quizá tengan una longitud de onda que hacen que algunas personas se paren aunque sean dos segundos con la mirada perdida, el corazón que respira y la mente volcada a ninguna parte, pero que después de ese viaje de dos segundos a lo desconocido, te deje una sensación difícil de explicar, como la superficie del mar que ondula mecida por una suave brisa.

Quizá es demasiado lo que pretendo, pero así me hace sentir la inspiración, y no es mérito mío: de ser así lo haría a todas horas. Yo sólo soy un intermediario. Es un logro de cualquier persona, organismo, objeto, ente que esté en el momento, lugar, compañía y energía adeacuados.

Es como aquel reloj que se encuentra parado en mi estantería: aquel reloj viejo, lleno de polvo, pasado de moda, que se quedó estancado en las doce y cuarto.
Pero el universo sabe que ese reloj tiene una función aunque esté empequeñecida: cada vez que sean las doce y cuarto, el reloj será útil. Está ahí, olvidado, innecesario para muchos, pero cada vez que se aproximan la hora justa, desprende un halo de confianza, seguridad y sabiduría: porque sabe que en un segundo volverá a ser olvidado, pero también sabe que cada segundo que pasa es un segundo que está más cerca de volver a ser útil.


Y me pregunto yo... ¿a qué viene todo esto?
Necesidad de escribir. Necesidad de recibir inspiración. Necesidad de aprovechar lo que me ha pasado esta tarde:
Un niño que jugaba solo en un parque, me ha dicho al pasar al lado de él "Hola amigo".


No sé por qué, pero he seguido caminando recto, totalmente abstraído, nervioso.
Ojalá hubiera sido capaz de quedarme a estar aunque fueran cinco minutos.
Me he sentido como si fueran las 12:15:01.

No hay comentarios:

Publicar un comentario